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Reportaje:Elecciones 27M

El rey de las distancias cortas

Díaz Alperi, alcalde de Alicante lastrado por las imputaciones, fía su tercera reelección al carisma

Es un buen jugador de cartas en la habilidosa modalidad del mus. Esta faceta de sus horas de asueto la ha aplicado hasta ahora con notable éxito electoral a la esfera política, donde ha sacado petróleo a su convincente dialéctica en el cara a cara con sus oponentes y en el arriesgado cuerpo a cuerpo con los vecinos. Este personaje de la res publica, siempre en filo de la navaja judicial, es Luis Díaz Alperi (Oviedo, 1945), alcalde de Alicante, del PP, desde 1995. Díaz Alperi, perito mercantil de profesión, encara su tercera reelección sucesiva en el cargo con el lastre de su doble imputación por supuestas irregularidades contables y urbanísticas y con el casillero de grandes proyectos a cero. Nada de esto parece inquietar al regidor, ni tampoco la explícita escisión del partido a raíz de la confección de la candidatura municipal, un traje a su medida, tras la exclusión de los zaplanistas. El regidor fía un nuevo triunfo a su carisma.

En su consciente y subconsciente, el primer edil tiene claro que no es la primera vez que se presenta al examen de las urnas con un sumario pendiente. A cada denuncia del fiscal la respuesta de Alperi ha sido invariable: "No me quita el sueño". También conoce que el fracaso de sus grandes promesas -con el palacio de congresos, en la cima del abultado listado de incumplimientos- se difumina con otra batería de nuevas y gruesas ofertas. Y a ello suma su seguridad en su condición de lobo solitario en el laberíntico y endogámico entramado de los partidos. El apego de Alperi al partido es similar al de las estrellas deportivas a los intrincados sistemas de juego de los entrenadores. Y cuando el aparato zaplanista le ha cercado, como con motivo de su nominación, la suerte le sonríe en forma de una amenaza anónima, con una bala incluida.

Doce años al frente de una alcaldía de una ciudad media del Mediterráneo, con el sol y la playa como eje de su actividad socioeconómica, quizás no es nada para un alcalde, pero es un grueso tramo vital en la cotidianidad de los vecinos. Y éstos apenas han percibido mejoras en su entorno habitual, léase, limpieza, seguridad y movilidad. El regidor admite que la ciudad no está limpia, pero lo achaca "a que haya mucha gente en la calle y, además llueve poco". La capital ha estado a la cabeza de los índices de delincuencia en los últimos años. Y el tráfico rodado sigue siendo una pesadilla. El regidor lo vivió el pasado martes en primera persona: Alperi, a bordo de su Audi, echó 20 minutos desde la Condomina (en la playa) hasta su despacho oficial en la plaza Mayor, unos seis kilómetros de distancia. Pero el primer edil considera que el problema del tráfico en Alicante es similar al de otras ciudades, "me niego admitir que el tráfico sea un caos, y el tranvía reducirá los coches privados en un 15%", asevera.

Este monótono panorama de la intrahistoria de la ciudad no ha sido compensado con proyectos deslumbrantes capaces de cebar la autoestima colectiva. Alperi ha cosechado un revés tras otro en su primera y más llamativa baza electoral. Desde 1996, viene prometiendo sin éxito que la ciudad contará con un palacio de congresos. Ya ha presentado tres maquetas, la última para ubicar en la Sangueta, en la entrada norte de la ciudad. Alperi eligió este emplazamiento en sustitución de su primitiva idea, la ladera del monte Benacantil, forzado por los tribunales: "Abandonaré el proyecto del palacio en el Benacantil, cuando lo ordenen los tribunales", dijo unos meses antes de que el TSJ vetara esta dotación en la ladera de la fortaleza de Santa Barbará.

También han quedado en el limbo otras ofertas, como la remodelación de la fachada norte y sur de la ciudad, recinto para fiestas, bulevar norte, instituto del deporte, entre otros.

Un tercer bloque del debe de Alperi es el desarrollo urbanístico. La ciudad ha crecido, pero sin un patrón. La herramienta básica, el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), está pendiente de su revisión. Las primeras líneas trazadas por el arquitecto Lluís Cantallops no convencieron al regidor que acabó echando al técnico. Mientras, los promotores, con Enrique Ortiz a la cabeza, han llenado miles de metros de cemento y ladrillo. El paradigma del urbanismo de Alperi, es el plan Rabassa: 15.0000 viviendas (8.000 de protección oficial), al margen del PGOU y en el entorno de un humedal: las lagunas de Rabassa. Pese a la generalizada oposición al proyecto, para el primer edil es "un modelo urbanístico que respeta el medio ambiente".

Y, además, en el imparable aumentó de parque de viviendas, la de protección oficial apenas ha tenido cabida. El dato no ha pasado desapercibido para el Tribunal Supremo que ha condenado al Ayuntamiento por no destinar los ingresos de la venta de suelo municipal (9,5 millones de euros) precisamente a VPO. Alperi justifica ahora el plan Rabassa como la panacea para cubrir esa carencia.

Las dos obras de mayor envergadura y de incontestable eficacia, ejecutadas en la ciudad bajo su mandato, han sido la canalización subterránea de las aguas pluviales y el tranvía. Ambos proyectos han sido financiados por la Consejería de Infraestructuras. El primero ha llevado la tranquilidad a los vecinos como medida preventiva ante lluvias torrenciales, y el segundo ayudará a descongestionar tráfico rodado en la ciudad.

Con ese bagaje y con su doble imputación judicial (por el desfalco de seis millones de euros en Mercalicante y el supuesto trato de favor al contratista Enrique Ortiz en la adjudicación de tres aparcamientos subterráneos), el rey de las distancias cortas opta a revalidar el cargo el 27 de mayo. Ha iniciado la carrera con nuevos órdagos a lo grande (la compra de Serra Grossa, y de los humedales de Agua Amarga para convertirnos en grandes espacios naturales públicos, y la propuesta de declaración del Castillo de Santa Bárbara como patrimonio cultural de la humanidad parte de la UNESCO) y mirando por encima del hombro a su rival: "No le falta un hervor, sino diecisiete", espetó el primer día de campaña en alusión a su principal oponente, la socialista Etelvina Andreu.

Este artículo sustituye la entrevista prevista con Luis Díaz Alperi en su condición de candidato del PP a la alcaldía de Alicante. El primer edil ha decidido mantener el boicot del PP a los medios del Grupo Prisa y ha rechazado el ofrecimiento de EL PAÍS a mantener una entrevista como en comicios anteriores.

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