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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Imagen del pasado

Explorar las posibilidades documentales de la fotografía y el vídeo es el punto de partida de Documentos. La memoria del futuro, una muestra colectiva que presenta las diversas formas que utilizan los artistas contemporáneos para reflejar en su obra acontecimientos o fenómenos sociales del mundo de hoy, con la intención de que sirvan no sólo como reflexión sobre la realidad que les rodea sino también para dejar un testimonio para las generaciones futuras. Ese deseo de pervivencia no es nuevo en el arte, pero sí que lo es la perspectiva que aplican hoy los artistas que experimentan con nuevas fórmulas creativas que den un paso más allá del fotoperiodismo clásico, un género en el que han trabajado algunos de los artistas presentes en la muestra.

DOCUMENTOS. LA MEMORIA DEL FUTURO

Museo MARCO

Príncipe, 54. Vigo

Hasta el 24 de junio

Las fotografías de gran formato del francés Luc Delahaye recuerdan a los lienzos de pintores como Goya o Delacroix que ahora pueden encontrarse tanto en los museos como en los libros de historia. Delahaye recoge con su cámara momentos significativos de la historia reciente con la doble intención de crear un documento y, al mismo tiempo, ofrecer una perspectiva diferente de esos acontecimientos que los medios de comunicación casi siempre transmiten de una forma estandarizada.

Una intención similar es la del estadounidense Brian McKee, que en su serie de fotografías Detritus nos descubre el aspecto ruinoso de palacios situados en Afganistán tras los años de guerra entre ese país y la Unión Soviética. El artista no pretende tomar partido ni denunciar una situación injusta, se trata simplemente de reflejar con objetividad, casi con frialdad, unos hechos a los que el público no suele tener acceso a través de los medios de comunicación.

Los dípticos fotográficos

del argentino Sebastián Friedman presentan las dos caras de una misma persona. Se trata de empleadas domésticas que son retratadas con la familia a la que sirven, en una de las imágenes, y con la suya propia, en la otra. Es evidente que existe una reflexión de tipo social en la obra, pero el artista también propone el juego de descubrir quién es quién en estos retratos tan diferentes a los pintores de la Corte que casi nunca reparaban en los actores secundarios.

El planteamiento más original es el que realiza la artista sueca Ann-Sofi Sidén, que construye un álbum donde se presenta una decena de casos de mujeres que sufrieron graves penalidades por supuestos delitos de brujería, que tuvieron lugar en Suecia entre 1475 y 1883. Ante la falta de referencias reales, Sidén resucita a las protagonistas de estos procesos mediante grandes fotografías en blanco y negro donde reproduce sus rostros y los castigos a los que eran sometidas. El artista demuestra así cómo pueden llegar a construirse documentos en los que se entremezclan realidad y ficción.

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