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Reportaje:Elecciones 27M

'Déjà vu' en Príncipe Pío

La Comunidad presenta el intercambiador con la misma puesta en escena que en todas las inauguraciones

Soledad Alcaide

Un déjà vu asaltó ayer a los asistentes a la inauguración del intercambiador de Príncipe Pío. Quizá porque la claque que acompaña a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, es más o menos siempre la misma. Quizá porque son incontables ya las inauguraciones que han protagonizado ambos este mes y la escenografía es siempre igual.

La cuestión es que la imagen de ayer en Príncipe Pío era repetida: un autobús (en otras ocasiones ha sido un tren) se acerca despacio, rompe un cartel donde dice 'compromiso cumplido' y llega hasta el alcalde y la presidenta. Entonces, ellos suben a bordo y hablan con el conductor que prosigue su camino.

Luego, hay programado un vídeo donde se elogia la nueva infraestructura y en el que unos ciudadanos, aparentemente escogidos al azar (aunque ninguno se queja de las molestias de las obras), hablan de lo bien que está la estación, o el metro, o de lo que se trate. Y, después, las palabras oficiales, con mucho dato, muchos millones de euros y, de paso, alguna mención a todo lo que mejora el barrio gracias a las obras.

En fin, que si se intercambian los datos técnicos, las imágenes de una inauguración valen para otra. En la de ayer por la tarde, lo fundamental era saber que unos 2.500 autobuses van a desaparecer del entorno de la vieja estación del Norte, que ahora se llama de Príncipe Pío, junto a la glorieta de San Vicente. Lo harán progresivamente. Hoy los pasajeros podrán acceder ya al metro -hay conexión con las líneas 6, 10 y la R, entre Príncipe Pío y Ópera- y al tren de Cercanías -líneas C7 y C10- y, a partir del viernes, entrarán ya a la estación, repartidas en 30 dársenas, las ocho líneas de autobuses de la EMT y las 13 interurbanas, y abandonarán la calle. Éstas últimas líneas, conocidas entre los madrileños como las blasas, son las que recorren los municipios del entorno de la A-5, la carretera de Extremadura. Podrán entrar por una rampa a la que se accede desde el paseo de la Florida o por dos túneles, de 800 metros, que conectan directamente con la A-5. Unos 210.000 madrileños se benefician de esta estación gigante.

Entre ellos, muchos invidentes, pues la estación tiene señales en braille. Ayer en la inauguración estuvo una representante de la ONCE, Carolina Herrán, que se ha encargado de supervisar junto con el Consorcio de Transportes el proyecto para adaptarlo a los ciegos. De la mano de Gallardón, entró con su bastón blanco en la sala donde intervinieron los políticos.

El alcalde recordó que la obra, que ha costado 50 millones de euros, no la van a pagar las arcas públicas, ni del Gobierno regional, ni del Ayuntamiento, porque se ha hecho mediante concesión administrativa a Dragados y Construcciones, del grupo ACS. A ella se refirió también Aguirre, que felicitó a sus responsables porque han terminado la obra antes de tiempo.

La presidenta regional también recordó que ahora no se ha podido abrir el acceso directo de la estación a la M-30. La causa ha sido los hallazgos arqueológicos durante las obras, que han paralizado su ejecución. Estos descubrimientos "han devuelto datos de gran valor", según explicó Aguirre. Entre ellos, han permitido identificar especies del Mioceno Medio de la época Terciaria, una fortaleza del siglo XVI y un asilo de lavanderas del XIX. Han retrasado la apertura. Pero llegará después del verano.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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