El Gobierno catalán no logra poner sordina a las críticas del ex presidente

El dimitido Raimon Martínez Fraile ha sido víctima de sus palabras, pero también de la crisis abierta por el ex presidente Pasqual Maragall al cuestionar abiertamente todo el proceso de reforma del Estatuto que él mismo impulsó. Y es que en el Gobierno catalán y en el Partit dels Socialistes las aguas bajan revueltas desde que hace dos semanas Maragall rompiera un silencio de cuatro meses con unas explosivas declaraciones a un diario italiano. Afirmó Maragall en la entrevista que el proceso de reforma estatutaria "no ha valido la pena" y que había sido "un error" querer dotar a Cataluña de un Estatuto ambicioso sin reformar antes la Constitución.

Si estas palabras ya provocaron una tirante reacción del Ejecutivo catalán, que ha hecho del despliegue del Estatuto su principal razón de ser, todavía peor cayeron las palabras del ex presidente apenas 48 horas más tarde. Afirmó en otra entrevista que se sentía "traicionado" por José Luis Rodríguez Zapatero, a quien acusó de haber abandonado la vía federalista para hacerse "felipista" y a quien señaló como principal responsable de no haber podido optar a la reelección.

Desde el primer momento, José Montilla, su Gobierno y el PSC optaron por no polemizar con Maragall y por no responder a las críticas del ex presidente. De ahí el enfado del presidente ante las palabras de Martínez Fraile.

Tras la dimisión de éste, Montilla volvió a emprender ayer la estrategia de poner sordina a las palabras de su antecesor. Por eso repitió el fragmento de un discurso que él mismo pronunció la semana pasada. Montilla recomendó a Maragall que ahora hay que defender el Estatuto y que "el futuro de siete millones de catalanes no se verá condicionado por las frustraciones personales o políticas". "Este país no se guiará por las voces consumidas por el derrotismo", remachó el presidente.