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Radicales palestinos atacan por primera vez un colegio en Gaza

Un muerto y seis heridos durante una fiesta deportiva en una escuela de la ONU

Si la quema de cibercafés y los crímenes de honor (asesinatos de mujeres acusadas de adulterio, prostitución o relaciones prematrimoniales) son una constante en los últimos meses, la anarquía que reina en la franja de Gaza siempre deja espacio para nuevas tropelías. Nunca un colegio había sido atacado en este territorio, pero ayer un grupo de hombres armados lanzó granadas y abrió fuego contra un convoy de autoridades a las puertas de una escuela gestionada por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en Rafah, en el extremo sur de Gaza. Un guardaespaldas de un dirigente de Al Fatah murió en el acto y seis familiares de los estudiantes fueron heridos. El delegado de UNRWA en Gaza, John Ging, que asistía al acto y que ya sufrió un intento de secuestro en marzo, tuvo que ser protegido por la Guardia Presidencial.

Se desconoce la identidad de los agresores, pero los ataques a comercios, a una librería cristiana, y los asesinatos de mujeres apuntan a que los autores pertenecen a grupos muy radicales ajenos a Al Fatah y Hamás, que en marzo formaron un Gobierno de unidad nacional que se muestra incapaz de atajar la creciente violencia. Analistas palestinos e israelíes señalan que grupos vinculados a Al Qaeda pretenden hacer notar su presencia en la franja cada vez con más fuerza. Es un terreno abonado porque informes de organizaciones de derechos humanos elevan a 100.000 el número de hombres armados, en un territorio donde viven millón y medio de personas.

Acciones impunes

Se mascaba que podía suceder un ataque de esa envergadura porque el sábado varios enmascarados habían advertido mediante megáfonos a las autoridades y a los familiares de los alumnos que no acudieran al acto, el Día del Deporte, que se celebró en el colegio Al Umiriya. "El evento enseña a los niños valores inmorales", clamaron.

Los dos partidos que forman el Ejecutivo no se esmeran en atajar la impunidad por temor a que los poderosos clanes familiares de Gaza provoquen un estallido de violencia incontrolable. A una de esas tribus se atribuye el secuestro de Alan Johnston, el corresponsal de la BBC tomado como rehén el 12 de marzo. Aunque tampoco se descarta que se halle en manos de uno de esos grupúsculos afines a Al Qaeda.

Por otra parte, dos organizaciones de derechos humanos israelíes (Betselem y Hamoked) dieron a conocer ayer un informe en el que señalan que los servicios de seguridad israelíes practican torturas a los detenidos palestinos a pesar de la prohibición expresa del Tribunal Supremo. Los relatos de 73 presos, entre julio de 2005 y marzo de 2006, coinciden en que durante los interrogatorios fueron golpeados, se les aplicaron torsiones de extremidades y cuello, mientras permanecían atados, o se les privó del sueño, entre otras prácticas de torturas. Los autores del informe critican severamente a la fiscalía israelí por mirar hacia otro lado.

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