Un sano debate
Los dos contendientes a la presidencia francesa, Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal, han contrastado en su debate televisado dos opciones claramente diferenciadas para su país. Royal necesitaba ganar terreno, y se mostró más agresiva. Sarkozy buscaba más bien conservar el adquirido, por lo que buscó un tono moderado y condescendiente; con algunos ribetes machistas, como su continua utilización del tratamiento de madame.
Desde el medio ambiente a la energía nuclear, pasando por la vivienda o las guarderías, las opciones fueron marcadamente diferentes. En algo significativo coincidieron ambos: en no tocar lo esencial de la jornada de 35 horas semanales, aunque Sarkozy quiere dotarla de más horas suplementarias voluntarias, y Royal, de más flexibilidad. No es probablemente el electrochoque del que la economía y la sociedad francesas parecen necesitadas.
Sarkozy fue más preciso en su visión liberal y de reducción de impuestos, como el de sucesiones, y del número de funcionarios, y en una visión más dura de Europa. Royal fue más firme en la defensa de la función y de los servicios públicos, en particular de la escuela y la sanidad. El encontronazo se produjo cuando Sarkozy propuso que los niños con minusvalías se escolarizaran normalmente, medida que había introducido Royal cuando era ministra de Educación, lo que provocó la acusación cruzada de "inmoralidad" y de "perder los nervios".
Hubo una diferencia esencial en el talante y en la concepción del ejercicio del poder. Sarkozy tiene las ideas muy claras de lo que quiere imponer. Royal refiere muchas de sus propuestas al diálogo social. Y aunque no lo dijeran, ambos saben que no basta para aplicar sus propuestas con llegar al Elíseo. Requerirán contar también con una mayoría parlamentaria tras las elecciones legislativas del 10 y 17 de junio.
Ante la segunda vuelta del domingo, ambos necesitan de una buena parte de los que votaron por François Bayrou en la primera, pero el líder centrista no ha querido pronunciarse a favor de Royal sino en contra de Sarkozy. Las encuestas reflejan que la victoria de cualquiera de los dos va a ser tanto por el aprecio a un candidato como por rechazo al otro. El surgimiento de una mayoría de centro-izquierda que respaldara a la socialista sería una novedad. Royal rema a una distancia importante de Sarkozy. Pero la última palabra la tienen unos electores que parecen haber recuperado su aprecio por la política y por un buen debate, que tanto se echan de menos por aquí.
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