Heridas, grietas y esquinas rotas
Jesús Ortega reúne una decena de relatos en 'Un clavo en la pared'
Un clavo en la pared es el título del primer libro de relatos de Jesús Ortega (Melilla, 1968). Publicado por la editorial granadina Cuadernos del Vigía, que dirige el poeta Miguel Ángel Arcas, el libro reúne una decena de relatos breves en torno a encrucijadas en las que los personajes descubren aspectos escondidos o secretos de sus vidas. Las historias tienen lugar en el mundo privado de las relaciones familiares y sentimentales, con alguna que otra incursión lúdica en la literatura fantástica.
A pesar de llevar escribiendo desde la adolescencia, Ortega no se había atrevido hasta ahora a ver publicados sus textos. "En este momento se han dado todas las circunstancias. He vuelto a disfrutar escribiendo, estoy razonablemente contento con los relatos y he sentido la necesidad de que otros los lean", explica.
"Me paso mucho tiempo intercambiando historias con amigos y conocidos"
Alejado de su condición de bartleby, ese escritor que no escribe, cree que su caso ha sido el fruto de "una conciencia literaria muy exigente, lo que Auden llama el censor, unida a otras formas no tan propias como ambientales". "Cada vez me sentía menos cómodo con esa condición. Por mi forma de ser y de ver la vida he llegado a la conclusión de que me encuentro mucho más a gusto en el bando de los que sí escriben", precisa.
Por los relatos de Jesús Ortega circulan personajes "normales" que "arrastran alguna herida y se ven inmersos en situaciones a veces desbordantes y que les cambian la vida". Estas situaciones revelan algún tipo de verdad sobre ellos mismos o sobre sus existencias, lo que a veces no aciertan a comprender. Escritos con diversos tonos y estilos, los cuentos de El clavo en la pared siguen de cerca a algunos de los maestros de la tradición clásica del género, de Poe a Chéjov, de Hemingway a Aldecoa.
Pese a estos referentes que se extraen de los textos, Ortega afirma no saber a qué tradición responden, ya que le gustan "autores de tendencias muy dispares". "Además, me pasa que me suelen gustar mucho escritores de cuentos que precisamente no me influyen para nada o cuyas estéticas siento como lejanas", dice Ortega.
Uno de los relatos más conseguidos del libro, titulado El zurdo, cuenta la historia de unos niños zurdos a los que atan la mano izquierda para obligarlos a escribir con la derecha. "Se trata de una forma de violencia. Es un estigma, una herida. Aunque el zurdo aprenda a escribir con la derecha habrá algo en su naturaleza que ya ha sido contrariado para siempre", asegura, convencido de que el pensamiento de rechazo a la diferencia "sólo puede conducir al fascismo, en cualquiera de sus versiones".
Las heridas que arrastran los personajes funcionan como catalizadores de las historias que se presentan. Esta forma de articular la creación proviene del pensamiento de que "de una superficie lisa hay poco que contar, todo se pone interesante cuando empieza a haber grietas, agujeros, remiendos, esquinas rotas". "No conozco la vida humana sin heridas. Donde hay una herida hay por lo menos una historia", comenta.
Otra importante línea temática de los relatos son las relaciones familiares, que considera como "un vivero inagotable de historias". De hecho, para el autor, las historias que parten de ellas son "las más profundas". Aunque los temas básicos se repitan, Ortega cree que siempre es posible renovar los escenarios y cambiar las maneras de contar una historia. "Me paso mucho tiempo intercambiando historias con amigos y conocidos. Al final resulta que lo que más nos importa a todos es aquel episodio que nos pasó con nuestro hermano o con nuestro padre", aclara.
Por esta intencionalidad previa, sus relatos "cuentan historias y escenas con elementos distorsionados" de su propia vida en la medida en que le parezcan "interesantes, emocionantes o dignos de contarse". "Lo autobiográfico se mezcla en mis cuentos con cosas que he visto, que me han contado o que he imaginado, en la misma proporción y no con mayor importancia", señala.
Respecto a la creciente eclosión del relato corto en el panorama literario, Ortega, que trabaja como coordinador de actividades culturales en la Huerta de San Vicente, antigua residencia de verano de la familia García Lorca, opina que es la consecuencia de que el relato siga evolucionando. "Por su brevedad y su versatilidad está más que capacitado para sobrevivir como género. Otra cosa es que el mercado literario acabe de verlo", comenta.
Defensor del papel de las nuevas tecnologías en la difusión de la literatura, el escritor sostiene que en la actualidad "se escribe mucho y muy buen relato". Con todo, lamenta que "el grueso del mercado español siga erre que erre con los novelones", por lo que cree necesaria una reivindicación a modo de pequeña resistencia. "No creo que el cuento no le interese a la gente. Por fortuna hay editoriales que están cambiando esta forma de verlo", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.