No hay soluciones caseras
La leptina ya existe en el mercado, pero "la que en estos momentos está comercialmente disponible es utilizable sólo en condiciones experimentales", advierte Palou. "Nadie debe arriesgarse a añadir leptina a leches artificiales para dársela a los lactantes hasta que tengamos evidencias sólidas de la seguridad de su uso en humanos". Ello requiere unos ensayos clínicos que nadie ha hecho todavía.
El científico, que ha compartido honradamente sus resultados con Mike Cawthorne, y hasta se planteaba incorporar al grupo británico a su proyecto, está desconcertado por su actitud:
"Yo creo que los ingleses, quizá arrastrados por el ansia de un minuto de gloria, se han animado demasiado deprisa al conocer nuestros resultados. Para empezar, debieran haber citado las fuentes de las que han bebido -las nuestras, ya publicadas y conocidas en el mundo científico desde hace seis meses-, una regla de oro en el mundo científico".
Palou prosigue: "También deberían haber esperado a conocer más detalles de nuestros estudios, además de los que me oyeron explicar hace dos viernes en Budapest, antes de lanzar las campanas al vuelo de cara a un posible rédito comercial a corto plazo. No olvidemos que en su estudio, y en contra de lo que afirman los medios anglosajones, ni siquiera llegan a dar la leptina por vía bucal a sus ratitas, en el biberón o por un procedimiento similar. Tampoco la administran en condiciones de salud y peso normal al nacer".
El científico concluye: "No critico que cualquiera pueda iniciar el estudio de una aplicación a humanos de nuestros resultados, pues son muy esperanzadores; al revés, contamos con que ello va a producirse, y cuanto antes mejor, y por ello lo hemos divulgado al mundo científico; pero puedo asegurar -y los miembros de mi grupo hemos dedicado tres años a fijar las condiciones para las ratas- que no es fácil hacer la extrapolación a los humanos".
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