Un líder apesadumbrado
Un gol de Eto'o da el triunfo a un Barça que no logra recuperar la chispa y que también se enreda ante el Levante
De gol en gol, de uno en uno, hasta la victoria final. Así transcurren los últimos partidos de Liga en el Camp Nou, una cancha por otra parte imposible para cualquier adversario. El Mallorca se venció en el último minuto con un tanto en propia puerta y el Levante cedió después de un afortunado remate de Eto'o. Al Barça le cuesta ganar los encuentros más sencillos, como si se dejara un riñón en cada punto, con independencia de que su juego tenga mucho más vuelo que el de los adversarios.
El barcelonismo está agarrotado, presa de un sorprendente miedo al ridículo, y el equipo se turba en el campo, pierde el pulso en las áreas y tiene el punto de mira desviado cuando apunta a la portería. No se explica si no que Messi y Ronaldinho marraran hasta tres remates francos, con la portería vacía, y fallaran tres goles que expresaron la confusión azulgrana. A ojos de la gente, las jugadas eran tan simples como ganar el campeonato, y sin embargo los dos jugadores no embocaron a gol.
BARCELONA - 1 LEVANTE 0
Barcelona: Víctor Valdés; Zambrotta, Thuram, Puyol, Gio (Oleguer, m. 61); Xavi, Iniesta, Deco; Messi, Eto'o y Ronaldinho. No utilizados: Jorquera; Sylvinho, Giuly, Gudjohnsen, Saviola y Ezquerro.
Levante: Molina; Descarga, Alexis, Álvaro, Rubiales; Tommasi (Ettien, m. 58), Berson (N'Diaye, m. 72), Camacho; Riga, Salva (Reggi, m. 76) y Kapo. No utilizados: Tejeira; Déhu, Serrano, Courtois y Zé Maria.
Gol: 1-0. M. 27. Eto'o marca por bajo y entre varios defensas aprovechando el rechace de Molina en un intento de pase de Xavi a Ronaldinho tras una jugada de Messi.
Árbitro: Clos Gómez. Mostró la tarjeta amarilla a Zambrotta, Berson, Rubiales, Álvaro, Deco y Alexis.
73.863 espectadores en el Camp Nou.
Los errores no pasaron a mayores en el bando barcelonista porque para defender el liderato amenazado por la victoria del Sevilla le alcanzó con el gol de Eto'o y también con el fallo de Kapo, que se encontró al final con una pelota que valía el empate y no supo engancharla con el meta en el suelo. Hubo demasiadas vicisitudes, excesivos sustos, muchas emociones innecesarias para una contienda con claro signo local. No está fino el Barcelona.
A veces da la sensación de que es un equipo seccionado. La falta de un medio defensivo le ha partido por el ombligo. Lesionados Márquez, Edmilson y Motta, tres futbolistas de tallo largo y mucha pegada, Rijkaard utiliza como pivote a un volante pequeño, Xavi o Iniesta, indistintamente, desequilibrantes como trescuartistas al igual que Deco, siempre dispuestos a tirar la línea de despliegue en campo contrario. La presencia de tres centrocampistas ofensivos por detrás de tres delanteros puros ha supuesto en contrapartida la alineación de dos centrales, Puyol y Thuram, que sólo funcionan en la contención, así que se ha acortado la línea de vida barcelonista. No hay salida del balón desde la zaga, sino es por medio de los laterales, y se extrañan los cambios de orientación y las diagonales, sobre todo cuando el rival aprieta.
La mayoría de equipos que desfilaron últimamente por el Camp Nou han tenido la sensación de que había partido frente al Barcelona. Al Levante le valió también una buena línea de presión y dinamismo para denunciar la vulnerabilidad azulgrana, expresada en la mayoría de transiciones, en las acciones de estrategia, incluso sin necesidad de tener la pelota. Juega el Barça muy nervioso y acelerado, sin pausa, confiado en el poder de sus delanteros. Ocurre, sin embargo, que Eto'o y Ronaldinho no están en su mejor momento y a Messi le aguardan en el área el lateral y el central cuando no el interior izquierdo. Los azulgrana han perdido llegada y gol por la falta de fondo físico y porque a costa de ganar jugadores para el once inicial ha menguado su sentido de equipo, la capacidad de asociarse y desde luego su cohesión.
Aunque ya se sabía que era un equipo de bricolaje, al Barcelona siempre se le admiró por su capacidad para jugar al fútbol de manera divertida y alegre a la velocidad de la luz. Hoy, en cambio, parece un plantel apesadumbrado, como si el escepticismo de la hinchada hubiera afectado a su mecánica de juego. El gol de Eto'o reflejó justamente el barroquismo del Barça y su dependencia de Messi.
Eto'o y Ronaldinho desperdiciaron un segundo tanto en una jugada que sólo admitía un remate terminal. Desfigurado, el brasileño fracasó en el uno contra uno y su reiteración en los adornos insustanciales generaron algunos pitos. Ronaldinho no sabe jugar fácil y su capacidad para complicarse la vida es infinita, convencido como está de que se arrancará en cualquier momento con la jugada más insospechada. Y desde hace ya cierto tiempo no hay manera, ni cuando Rijkaard le alineó de ariete mientras Eto'o caía a la banda.
Estimulado por la esterilidad del Barça, el Levante se fue a por Valdés y el partido se abrió de portería a portería porque Abel dispone de un plantel muy físico e intimidador. El escenario avaló el despliegue de Messi, protagonista de hasta cuatro jugadas extraordinarias, tan plásticas como la que acabó en gol contra el Getafe. A diferencia de los zagueros de Schuster, los de Abel practicaron el cuerpo a tierra, y el argentino acabó tan desquiciado que no acertó en un remate que era gol o gol. Al Barcelona le fue bien disponer de un campo largo, ancho y rápido, porque jugó más al espacio y menos al pie y su fútbol fue más fluido. Le faltó entonces acierto. No supo rematar el partido y el suspense atenazó al Camp Nou hasta el final.
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