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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Las batallas de las municipales

El Gobierno busca aplicar la ley a HB sin 'abrasar' a sus seguidores

Soledad Gallego-Díaz

C on las elecciones en puertas, cada día parece más claro que, por diferentes motivos, la batalla por Madrid y la batalla por las listas vascas serán los dos puntos clave desde un punto de vista político. En el caso de Madrid, especialmente por las repercusiones internas en el PP, y en el caso de las listas vascas, por la dificultad de conseguir lo que parece el objetivo del Gobierno: respetar la Ley de Partidos impugnando las listas abertzales más evidentemente relacionadas con Batasuna, sin "llevarse por delante" piezas menores que garanticen la presencia de sus bases en los ayuntamientos vascos. La paradoja la resumía así un destacado dirigente socialista: "No interesa que entren. Tampoco que no estén".

Esperanza Aguirre dejó claro que los puestos reservados para el partido en las listas municipales de Gallardón eran "suyos" y no neutrales, como otras veces

La reunión de maitines de los socialistas, la que celebran todos los lunes en La Moncloa Rodríguez Zapatero, Fernández de la Vega, Pérez Rubalcaba, López Garrido, Blanco y, desde hace algunas semanas, el ministro Caldera, ha tratado en varias ocasiones de cómo conseguir esos resultados.

Es evidente que Batasuna quiere estar presente en los comicios, y que, si no lo logra, necesita trasladar todo el coste al Gobierno. Zapatero busca con ahínco zafarse de esa situación, trasladando al electorado vasco la convicción de que se aplica la ley, como es ineludible, pero que no se busca abrasar a los seguidores de Batasuna. No se trata de impugnar la totalidad de posibilidades, pero sí de medir bien qué es posible y qué es totalmente inadmisible. La valoración resulta todavía más complicada porque Batasuna juega en varios tableros a la vez. También porque los socialistas creen que el hecho de que el PNV juegue a favor del PSE cambia el análisis sobre el funcionamiento de los ayuntamientos en los que las bases de Batasuna consigan representación propia. La idea es que ahora no podrán lograr los apoyos necesarios para gobernar las corporaciones locales.

Lo más probable es que algunos aspectos de la batalla de las listas queden abiertos y bastante confusos hasta el último minuto, lo que desde el punto de vista del PSOE no es necesariamente un inconveniente. Los socialistas dan por supuesto que el Partido Popular les hará un marcaje muy duro, y calculan que buena parte de la batalla se desarrollará en términos de opinión pública: la gana quien convenza a más ciudadanos de la mala fe de su contrario.

Influencia de los líderes

En cuanto a la batalla por Madrid, Ayuntamiento y Comunidad, da la impresión de que Rodríguez Zapatero es un elemento clave en los resultados de los candidatos socialistas. La campaña del ex asesor económico del presidente del Gobierno, Miguel Sebastián, está siendo muy atractiva y novedosa, y el candidato ha dado un paso importante al garantizar a los ciudadanos que continuará en el Ayuntamiento aun en el caso de no alcanzar la alcaldía, con lo que despeja las dudas de quienes le reprochaban falta de compromiso. Aun así es evidente que el actual alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, sale en posición de favorito y que la influencia e imagen personal de Zapatero puede resultar una ayuda formidable para Sebastián.

Gallardón ha logrado mantener a los miembros más importantes de su equipo en las listas electorales, pero la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, le ha colocado algunos candidatos que le son muy cercanos y fieles. Aguirre, según algunas fuentes del PP, ha dejado claro que los puestos que tradicionalmente se reserva la organización del partido para "asuntos propios" son en este caso exclusivamente suyos, no neutrales, como ha ocurrido en otras ocasiones. En su clásica batalla de poder con Gallardón, la presidenta no ha querido dejar espacio a nadie que no le sea personalmente fiel.

¿Donde juega en este escenario Ana Botella? En el Partido Popular no consideran a la mujer del ex presidente del Gobierno José María Aznar "persona de confianza" del alcalde, pero sí creen que se ha integrado muy bien en su equipo y que tampoco juega en el campo de Esperanza Aguirre.

Cuando se pregunta en el PP sobre posibles sucesores de Mariano Rajoy si fracasa en las elecciones generales de 2008, la gran mayoría designa en estos momentos como herederos naturales a Alberto Ruiz-Gallardón y a Esperanza Aguirre, a falta, por supuesto, de Rodrigo Rato, que si no es candidato a diputado en 2008 difícilmente podrá ser considerado como candidato a presidente del Gobierno. Esa rivalidad entre Ruiz-Gallardón y Aguirre es la que hace tan interesante para la "vida interna" del PP la batalla por Madrid y las apuestas sobre los respectivos porcentajes de voto.

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