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Reportaje:Fútbol | 32ª jornada de Liga

'Momento Corominas'

El delantero del Espanyol, titular ante el Sevilla, siempre marca en las grandes citas

Jordi Quixano

Parecía que el partido estaba visto para sentencia. Pero en un contragolpe iniciado por Jônatas, Riera propuso un centro raso al segundo palo. Ferran Corominas (Girona, 1983), libre de marca, llegó desde la segunda línea y empujó el balón con el interior del pie a la red. Era el 3-0 ante el Werder Bremen en las semifinales de la UEFA y la ronda quedaba casi resuelta. Fue un gol que insufló vida al Espanyol, una diana marca de la casa. Corominas, respondón en el campo, siempre tiene la última palabra, aparece cuando se le necesita. Hoy, cuando el equipo aún aspira a alcanzar los puestos burgueses de la tabla, aguarda al Sevilla.

Su idilio con los goles en el último aliento viene de lejos, de octubre de 2003. Un tanto escuchimizado y con el pelo revuelto, Corominas debutó en la Copa ante el Elche. Iban 2 a 2, restaban 10 minutos y la prórroga parecía segura. Al fetiche, como ya le ha bautizado parte de las gradas de Montjuïc, le sobraron cuatro minutos. "¿Suerte?", se pregunta el futbolista; "a mí nadie me ha tocado con una varita mágica". Pero lo parece y bien lo sabe Miguel Ángel Lotina, ahora técnico de la Real Sociedad. De no ser por Coro le habrían despedido el curso pasado en Montjuïc a las primeras de cambio. El técnico no acertaba con la tecla y el equipo se codeaba con la zona peligrosa. La directiva, cansada de la angustia, puso como límite el partido ante el Athletic. Cuando restaba un minuto para la conclusión del duelo, apareció Corominas y puso el empate y salvó la cabeza de Lotina. "Este chico no es talismán, sino de mi familia", esgrimió el entrenador entonces. "Estoy cansado de ser el revulsivo. Quiero jugar", respondía Corominas.

Aunque no jugó demasiado, Corominas no se lo tomó en cuenta. Primero, marcó el 3 a 1 en la final de la Copa del Rey del año pasado ante el Zaragoza, y luego consiguió el gol más importante de su carrera. Precisamente, ante la Real Sociedad. Era la última jornada de Liga y el Espanyol necesitaba un tanto para salvar la categoría. Restaban tres minutos y las esperanzas se encogían al tiempo que los corazones. Lloraba Montjuïc. Hasta el momento Corominas. Un pelota sin dueño colgada desde la defensa acabó en sus pies. Y de ahí, a la red.

Este verano parecía que el cambio de entrenador le beneficiaba. Pero Ernesto Valverde apostó por Riera y por Rufete y le quitó de la banda, una vez que la mediapunta se la otorgó a Luis García. "Me gustaría tener un poco más de continuidad porque apenas juego dos partidos seguidos", se lamenta el jugador. Pero añade: "En la UEFA es diferente". Sus números son excelentes: ha disputado 10 partidos y marcado cinco veces. Corominas ya mira a Sevilla, donde, en ausencia de Tamudo y Pandiani, será el delantero franquicia.

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