Quintaesencia irlandesa
Un respiro verde en la remota y genuina península de Dingle
Si alguien me preguntara, tras haberme pateado la isla durante varios meses, por un lugar de la costa oeste de Irlanda en el que perderse unas semanas lejos de todo, tendría serios problemas para elegir entre algún punto concreto del condado de Donegal, una playa solitaria de la isla de Achill, o quizá un recorrido demorado alrededor de la península de Dingle. Pero si no tuviera más remedio que decidirme por alguno de ellos, sin duda me decantaría por este último.
Dingle representa todavía, aunque no sé por cuánto tiempo, la quintaesencia de aquello que hemos relacionado con la Irlanda profunda y rural de tantas películas, de tantas canciones. Ubicada en el condado de Kerry, al sur de la costa occidental, Dingle ha estado siempre apartada de Dublín, y las consecuencias de ese alejamiento físico y espiritual aún son notorias: por un lado, la península es uno de los escasos sitios de Irlanda donde actualmente es posible oír hablar gaélico -un idioma al borde de la extinción como lengua de uso-; por otro, la plaga de las segundas residencias no se ha llevado por delante rincones memorables. Pero deberían darse prisa en ir.
Comenzamos el periplo en Tralee, la capital administrativa de la región, en la vertiente septentrional de la península, en su esquina más oriental, y nos dirigimos sin pausa a cruzar las montañas Slieve Mish, que, coronadas en invierno por un penacho tímido de nieve, se interponen entre un lado y otro de aquélla. Todo el condado de Kerry constituye un paisaje idóneo para el pedaleo o la caminata, y el Dingle Way está perfectamente señalizado.
En la aldea de Camp iniciamos el ascenso por el camino asfaltado -no es más que eso- que nos llevará hacia Aughils, en la parte meridional de la península. Apenas son diez kilómetros de subida y bajada por un marco sobrecogedor de monte desnudo en el que hemos dejado atrás el promontorio de Caherconree, con los restos fantasmales de la fortaleza del legendario rey Cú Raoi Mac Daire. Con el mar ya a nuestra izquierda, caminamos o pedaleamos hacia occidente, y a unos ocho kilómetros de Aughils nos tropezamos con la playa de Inch, grandiosa, desierta, en la que tantas escenas de la película La hija de Ryan fueron rodadas. Enfrente, en la otra orilla de la bahía, se vislumbran los montes de Iveragh. Proseguimos en busca del vértice de la península y cruzamos las localidades minúsculas de Annascaul y Lispole para arribar a Dingle, incrustada en el puerto del mismo nombre y epicentro turístico de la zona.
An Daingean, la denominación gaélica de Dingle, no llega a los 2.000 habitantes y está conformada por una amalgama de casas bajas y multicolores que se concentran en torno a la ensenada. Podemos hacer un alto y dirigirnos a Foxy John's, un lugar encantador, mezcla de pub, almacén, tienda y taller, y alquilar una bicicleta, repasar la que llevamos o comprar algo de comida. O a O'Flaherty's, donde casi todas las noches hay actuaciones improvisadas. O al An Café Liteártha, bastión cultural del idioma irlandés. Pero continuemos.
Al salir de Dingle por la carreterita que bordea toda la península atravesamos Ventry, y nos alejamos del fuerte Dunbeg, que data de la Edad del Bronce, y de los numerosos beehive huts, esas colmenas de piedras de finalidad incierta que jalonan la ruta. A un rato de paseo, al torcer una de las curvas que rodean el monte Eagle, nos topamos con Slea Head, el cabo Slead, que se precipita atormentado en el mar y desde el que se divisa, al pie de un enorme crucifijo blanco, el conjunto de las islas Blasket, desperdigadas alrededor de un arco de 90 grados. Y más allá, como naves semihundidas, las siluetas brumosas de las islas Skellig.
Una antigua batalla
Necesitamos tomar aire en un lugar que la revista National Geographic Traveller calificó en su día como el más bello de la Tierra. Doblamos el cabo y descendemos hacia Dunquin, un poblado en el que hasta hace poco todos sus habitantes hablaban gaélico. El panorama se nos antoja exagerado: playas encajonadas entre roquedales, colinas verdes punteadas de ovejas, el mar rugiente salpicado de olas formidables. Nos acercamos al Blasket Centre, y allí nos ilustran sobre la vida y las costumbres de esas islas, que fueron evacuadas en 1953. O, mejor, las visitamos si las tormentas lo permiten. No muy lejos -todo está al alcance de la mano en Dingle-, de nuevo en el sector norte de la península, cerca de Ballydavid, se localiza Smerwick Harbour, donde en 1580 fue aniquilada una expedición de más de 600 hombres auspiciada por la Corona española.
A escasos kilómetros se encuentra la joya arquitectónica de la comarca: el Gallarus Oratory, una diminuta capilla de piedra con forma de nave invertida erigida alrededor del siglo VII. Alargamos nuestra excursión -que se puede realizar en cuatro jornadas a pie o en un par de ellas en bicicleta- hacia la montaña Brandon, de casi 1.000 metros de altitud. Una vez allí, podemos optar entre la subida a la cima -unas cinco horas de marcha- o la contemplación pausada de la misma. Más tarde avanzamos hacia Brandon Creek, el pequeño embarcadero desde el que, según la tradición, partió san Barandán en el siglo VI para alcanzar junto con otros eremitas la tierra prometida. Finalmente, a través del Connor Pass y sus espectaculares vistas de toda la península, regresamos a Dingle. Es el momento merecido de abrazar una guinness o un whisky en cualquiera de sus pubs. Y, después de tanto ajetreo, dejarse llevar.
- León Lasa (Bilbao, 1955) es autor del libro Por el oeste de Irlanda (Editorial Almuzara).
GUÍA PRÁCTICA
Prefijo telefónico- 00353 66.Cómo ir- Los tres aeropuertos más cercanos son los de Kerry (a 50 kilómetros), Cork (a 160) y Shannon (a 177).- Ryanair (www.ryanair.com; 807 220 032) vuela a Shannon desde Girona, Madrid, Murcia y Málaga. Ida y vuelta desde Madrid, en mayo, a partir de 73,19 euros, tasas y gastos incluidos.- Aer Lingus (www.aerlingus.com; 902 50 27 37) vuela a Cork desde Alicante, Barcelona, Lanzarote, Madrid y Málaga. Ida y vuelta desde Madrid,a partir de 61,84 euros, precio final.Dormir- Pax House (www.pax-house.com; 915 15 18). Upper John Street. A un kilómetro del centro de Dingle. Fantásticas vistas de la bahía. La habitación doble, entre 50 y 80 euros.- Slea Head Farm (915 61 20; www.sleaheadfarm.com). A escasos metros del promontorio de Slea Head. Panorámica impresionante. Alrededor de 50 euros la habitación doble.La noche- South Pole Inn (915 73 88). En Annascaul. Fundado por el explorador polar Tom Crean. En él se rinde homenaje a las expediciones británicas de comienzos del siglo XX.- O'Flaherty's (915 19 83). Strand Street. Pub situado a la entrada de Dingle, ambientado, con actuaciones en vivo y sesiones de música celta.- Foxy John's (915 13 16). Main Street. Tienda, pub, almacén... El sabor de la antigua Irlanda. Alquilan bicicletas.- Kruger's (915 61 27). En Dunquin. A dos kilómetros de Slea Head Farm. El autoproclamado como el pub más occidental de Europa. Fotos del rodaje de La hija de Ryan, de David Lean.Visitas- Blasket Centre (915 64 44). En Dunquin. Exposiciones, fotografías, vídeos. Entrada, 3,50 euros.- The Great Blasket. Una pequeña embarcación parte de Dunquin hacia la mayor de la islas en un recorrido que no llega a la media hora. Sólo a partir de la primavera.- Gallarus Oratory (915 53 33). A unos tres kilómetros de Ballyferriter. Desde hace unos años lo han rodeado con vallas y un centro de interpretación.Información- Turismo de la península de Dingle (www.dingle-peninsula.ie).- www.turismodeirlanda.com.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.