Un goleador imparable

Bojan Krkic jugaba en 1988 en el Estrella Roja. Nacido en un pueblo cercano a Belgrado, a los 27 años había actuado una sola vez con la selección yugoslava y no dudó cuando recibió una oferta para hacer carrera en el fútbol español. El Mollerussa acababa de subir a la Segunda División y buscó refuerzo en el centro del campo. Tuvo suerte: poco tiempo después, unas molestias en el pubis -le operó el doctor Josep Borrell- le llevaron al centro médico de esa ciudad leridana. En él conoció a una enfermera, María Lluïsa Pérez, con la que se casó, y el 28 de agosto de 1990 nació Bojan, su único hijo. El martes, ante 80.000 espectadores, Bojan Krkic Pérez debutó con el Barça, en El Cairo, contra el Al Alhy. Únicamente un futbolista más joven que él marcó el día de su debut: Paulino, también con 16 años, pero menos días que él, le metió tres al Català. "Lo grande de Bojan es que tuvo una y metió una. Eso es complicado", destacó Saviola.

El oficio de Krkic es meter goles. Eso ha hecho toda la vida. "No me preguntes cómo, pero los mete; muchos", explica Álex García, su entrenador el año pasado en el juvenil A, con el que ganó la Liga en el tiempo de prolongación. "Jugábamos en Badalona. El Espanyol ya celebraba el título porque perdíamos y saqué a Bojan: empató y en el descuento dio la vuelta al partido. Los centrales del rival tenían tres años más que él", recuerda. "Bojan lo tiene todo y no tiene nada. Bueno, tiene un don: el gol", añade. Tiene otro: las matemáticas. No baja del notable y, con la asignatura de música, siempre ha sido su favorita. Los estudios en poder del fútbol base dicen que aún debe crecer unos centímetros (mide 1,73 metros) y, mientras eso sucede, acude tres días a la semana al gimnasio para ganar volumen, al igual que en su día Guardiola y Messi.

Internacional español por las distintas categorías después de que rechazara alinearse con Serbia, Krkic lleva ya diez goles con el filial.