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Elecciones presidenciales en Francia

El ultraderechista Le Pen ha perdido casi un millón de votos en cinco años

El líder del Frente Nacional critica al electorado por darle la espalda

Un total de 980.000 votos perdidos en cinco años. Ésa es la cifra que preocupa en el Frente Nacional. En 1988, en 1995, en 2002 la candidatura presidencial de Jean-Marie Le Pen había superado los cuatro millones de votantes y cada vez había obtenido 200.000 votos más. En 2007 han dado su voto a Le Pen 3.824.258 franceses. Son muchos pero son menos. ¿Dónde han ido esos votos y por qué?

Sobre el destino de los votos no hay misterio: se los ha llevado Nicolas Sarkozy. Por ejemplo, en el departamento donde se encuentra Niza, en 2002 Le Pen fue el candidato más votado en la primera vuelta: un 26% frente al 22% de Chirac. Ahora Sarkozy ha obtenido nada menos que el 43,5% y Le Pen se ha quedado en el 13,5%. Es un rasvase de votos que se repite en otros antiguos feudos frontistas como Alsacia o el valle del Ródano.

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¿Por qué ha sido Sarkozy quien se los ha quitado a Le Pen? Sencillamente, porque ha basado su campaña en una serie de temas que eran los que Le Pen llevaba años explotando en casi exclusiva, a saber, el de un necesario control de la inmigración -"vamos a elegir los inmigrantes que necesitamos", es la propuesta de Sarkozy-, el de un mayor rigor en la aplicación de penas contra los delincuentes y el poner en relación las dos cuestiones, inmigración y delincuencia, proponiendo crear un ministerio de "Inmigración e Identidad Nacional".

La hija de Le Pen, Marine, responsable de la estrategia de la campaña de su padre, declaró ayer que "la victoria de Sarkozy es la victoria de las ideas de Le Pen". Y el líder del FN arremetió contra los electores al decir: "Debo haber cometido un error de apreciación al creer que los franceses estaban hartos del paro, de la deuda y de la inmigración. Todo eso ha de gustarles, pues acaban de reelegir a quienes han llevado a Francia al desastre".

La verdad es que la campaña de Jean-Marie Le Pen ha sido muy floja. Sus 78 años han hecho que fuese el candidato que menos ha recorrido la geografía gala. Y ha cometido un error considerable, la última semana, al arremeter contra Sarkozy considerando que "no puede ser presidente de este viejo país alguien cuyos cuatro abuelos son extranjeros". De pronto, los orígenes húngaros de Sarkozy se han presentado como un elemento que le convierte en un extranjero eterno. Eso, en un país en el que el 90% de la población tiene alguno de sus cuatro abuelos o bisabuelos venido de otras fronteras, es absurdo y, además, permite a Sarkozy presentarse como víctima y diferenciarse de Le Pen.

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El próximo verano, Le Pen cumplirá los 79 y tendrá que afrontar un congreso. Su hija Marine, vicepresidenta del FN, será muy criticada y su cargo corre peligro. Su voluntad de "desfascistar" el partido, de llevarlo al terreno de la respetabilidad y permitirle acceder al juego de alianzas para conquistar alcaldías, regiones y quién sabe si puestos ministeriales, será puesta en cuestión. El casi millón de votos perdidos puede favorecer el retorno a los orígenes, a los fundamentos de la extrema derecha, a volver a ser abiertamente racista.

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