Notas electorales
1. España es uno de los escasísimos casos en los que las elecciones municipales son simultáneas: la elección de todos los municipios y provincias se hacen el mismo día. La norma europea es distinta: nunca se hacen juntas todas las elecciones locales. No me cabe duda de que la norma europea es mejor: asegura la naturaleza local de los comicios, cosa que nuestro sistema no hace. Antes bien, si todas las elecciones municipales se hacen el mismo día es inevitable que la elección local se defina en los hechos como una elección nacional subordinada o de segundo orden. Al celebrarse en todo el país los actores políticos principales son los mismos (los partidos nacionales), las campañas electorales se hacen sobre una agenda nacional y sobre problemas nacionales, y el comportamiento de los electores es básicamente el mismo que en una elección nacional. Las advertencias que aparecen en toda elección en el sentido de que las municipales no son unas primarias no hacen sino ratificar ese hecho. Por eso no debe asombrar que tanto la mayoría como la oposición planteen la votación de mayo como un sondeo cara a las próximas generales, a celebrar el próximo curso.
"Como la abstención no es simétrica y el electorado conservador es más participativo, las locales son más favorables a la derecha"
"Mientras que en las legislativas la barrera electoral es virtualmente inútil, en municipales y autonómicas sí tiene capacidad de exclusión"
2. Que sean por su planteamiento unas elecciones nacionales no significa necesariamente que sean iguales que las generales. No lo son, por eso son de segundo orden, y no de primera fila. Lo que se pone en juego es menos importante, la dimensión de la apuesta es menor, y por ello el incentivo de los electores para participar es más bajo, por eso la participación electoral normalmente es más reducida. Ahora bien, salvo en los municipios pequeños, en los que el factor personalidad del candidato influye, el elector vota en las municipales como si de unas elecciones nacionales se tratara. Porque lo son. De ahí que el su resultado tenga un innegable valor prospectivo: anuncia bien la continuidad (1983, 1987, 1991, 1999), bien la alternancia (1979, 1995, 2003).
3. La coincidencia de las elecciones autonómicas en trece comunidades con las municipales tiene por efecto necesario la contaminación de la elección regional por lo que de hecho es una elección nacional. En esas comunidades la elección autonómica no tiene un perfil propio, y por eso en tales comicios los electores votan cual si de una elección nacional de segundo orden se tratara, porque lo es. De ahí la importancia de contar con la facultad de disolución: es el medio necesario para tener un calendario político propio. Por cierto, por eso es muy importante el nuevo Estatuto, porque abre esa posibilidad a partir del próximo mayo.
4. Lo anterior no exime de la existencia de factores diferenciales. Como la apuesta en juego es menor, la participación es menor (aunque en nuestro caso no es mucho menor, por término medio el 72% en autonómicas y locales y el 78,5% en legislativas, algo más de seis puntos). Como la abstención no es políticamente simétrica y el electorado conservador es más participativo que el progresista, las elecciones locales son un escenario más favorable a priori a la derecha. Eso es especialmente cierto en las grandes ciudades, en las que el elevado coste de la vivienda expulsa a la periferia a una parte de la población, que, en general, no es precisamente la de mayores rentas.
5. La coincidencia entre autonómicas y municipales tampoco exime de la escisión de voto: el elector puede votar distinto en cada urna, y algunos electores lo harán. El peso del factor identitario para las autonómicas, y la personalidad de los candidatos para las municipales explican buena parte de ese fenómeno. Que no afecta a todos por igual. En términos generales si un partido tiene una estructura sólida y un electorado fiel la escisión de voto será muy baja (caso del PP y del PSOE), así se puede asegurar que la lista municipal del PP en Valencia tendrá un resultado marginalmente mejor que la autonómica (como viene sucediendo al menos desde 1991), en caso contrario la escisión puede ser fuerte a favor del nivel en el que el partido sea más apreciado (es el caso del Bloc, con una votación autonómica entre un cuarto y un tercio más baja que en la municipal).
6. Aunque las reglas legales ordenadoras de las elecciones son muy similares a las existentes en el caso de las generales, en municipales y autonómicas hay dos factores diferenciales: barrera y tamaño. Mientras que en las legislativas la barrera electoral es virtualmente inútil, en autonómicas y municipales la barrera electoral sí tiene capacidad de exclusión, y por eso sí tiene el efecto de incitar el voto estratégico: voto a los malos para que no venzan los peores. Lo que debe tenerse en cuenta para no magnificar los resultados alcanzables por candidaturas minoritarias. El tamaño es, si cabe, más importante: a diferencia de lo que pasa en las legislativas en las que el distrito electoral es pequeño o muy pequeño, en autonómicas y municipales es medio, grande o muy grande. La misma fórmula electoral que produce un resultado mayoritario en la elección del Congreso puede dar, y da, resultados proporcionales o fuertemente proporcionales en autonómicas y en las municipales en poblaciones de más de dos mil habitantes. Lo que tiene por consecuencia que es mucho más difícil alcanzar la mayoría absoluta. Así, mientras que es factible tener mayoría absoluta en el Congreso con algo menos del 40%, es frecuente no llegar a la mayoría absoluta en autonómicas o municipales con resultados situados por encima, o muy por encima, del 45%. No es de extrañar que el gobierno de coalición, inédito en el Estado, no sea infrecuente en autonomías y municipios. Aragón o Baleares sin ir más lejos.
7. No me pregunten qué va a salir de las urnas el día 27 de mayo. No lo sé, y no lo sabe nadie que no tenga el número de teléfono de Dios Padre. Se pueden hacer pronósticos, claro está, y de eso, en la forma de encuestas, vamos a estar bien surtidos en los días que vienen. Pero recuerda, amigo lector, que el acertar o no en el pronóstico tiene que ver más con el arte que con la ciencia. Eso sí, cabe anotar que, a juicio de quien suscribe, la alternancia en el poder es intrínsecamente buena, y que me parece que algunas de las observaciones señaladas apuntan en ese sentido. Claro que uno no es alcalde. Ni conseller. Laus Deo.El autor esgrime que, al ser simultáneas las
elecciones en todos los municipios, el 27-M
se convierte en una consulta nacional
Manuel Martínez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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