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Columna
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Don Notario de la costa

No hay un padre en el mundo que no hubiera deseado que su hijo fuera notario. Ni profesión cuyos ejercientes no se alegren tanto de haberse conocido. El notario es el único escritor que cobra por folio. Y por plagiarse a sí mismo. Siempre escriben igual y la mayor parte de sus historias las montan con dos protagonistas: la parte contratante de la primera parte y la parte contratante de la segunda parte. Con esos dos únicos personajes y un argumento similar llevan siglos ganando dinero. Es un oficio curioso: por decir que un piso que era de uno pasa a ahora a ser de otro se llevan un porcentaje. Y menudo porcentaje. Al igual que los médicos se inventaron una caligrafía imposible para que nadie entendiera sus recetas, los notarios se han apropiado de un lenguaje ininteligible para mantener el negocio. Si Cervantes, en vez de escribir El Quijote, hubiera sido notario habría ganado más dinero con las operaciones de compra-venta de los molinos de viento que con la historia de don Alonso Quijano. Imaginen El Quijote pagado folio a folio.

Hay pocos colectivos profesionales tan egocéntricos. La de notario es una actividad que los notarios siempre la escriben con mayúsculas. He encontrado una definición en una weeb corporativa de este colectivo que empieza advirtiendo que el notario es una persona y no saben ustedes cuanto tranquiliza saberlo. Continúa la definición diciendo que el notario es "un hombre completo", y este atributo no termina uno de entenderlo del todo. A lo mejor es imprescindible que tengan dos manos, que se presenta un día un boom de la construcción cualquiera y necesitan firmar documentos tanto con la derecha como con la izquierda. Que viene un cliente una mañana con 800 sociedades y las quiere todas en el día, con la cola de parte contratante de la primera parte que se ha montado en la escalera.

En esta autodefinición encontrada en Internet, al notario, perdón, al Notario, no sólo hay que exigirle una alta especialización en el campo del Derecho sino unas cualidades humanas excepcionales: "honorabilidad, calidad, integridad y ética". Y admitirán que no son fáciles sumar todos estos atributos en la actual sociedad. Más difícil todavía trabajando en un municipio del litoral. No he visto lugar más pulcro que el despacho de una notaria. Hasta hace poco, la mayoría de ellas disponían de unas dependencias donde las personas, antes de convertirse en partes contratantes, se despojaban de todas las manchas. Y frente al notario llegaban más limpios que una patena. En este tipo de situaciones, si la mayoría de los mortales trabaja cogiéndosela con papel de fumar, los notarios se ven obligado a hacerlo con papel timbrado.

No quiero ni pensar la irritación que ha debido provocar en un gremio de "hombres tan completos" las imputaciones a tres notarios en la nueva operación contra el blanqueo de dinero en Marbella. Y encima dos de ellos repiten, ya que fueron detenidos con anterioridad en el marco de Ballena Blanca. El juez los ha dejado en libertad con cargos y sólo a uno le ha impuesto una fianza de 50.000 euros. Debe existir un error en estas detenciones. Mejor habría que decir que se han cometido dos errores, ya que algunos han sido detenidos dos veces.

Quién puede creer que un notario se quiera hacer millonario de forma ilícita con lo fácil que lo tiene de manera lícita. Estoy tan convencido del error, que creo saber por qué la policía le ha llamado Hidalgo a la operación contra esta trama de blanqueo de dinero. El hidalgo es sinónimo de señor, caballeroso, distinguido, aristócrata, prócer, altruista, noble, magnánimo, quijote, ilustre... Hasta la policía estaba pensando en las cualidades de los notarios cuando le puso el nombre a la operación. No es justo este linchamiento a los notarios. Respetemos la presunción de inocencia, que hasta un juez ha exigido a la gestora de Marbella que el jefe de la policía local vuelva a su puesto. Y quién sabe si Roca no termina en la Gerencia de Urbanismo, tras 16 años en el cargo a ver quién impide que haya que hacerlo plantilla como pida volver a incorporarse. Roca, otro ingenioso hidalgo.

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