El festival de música de Mislata supera en éxito y público las ediciones previas
El Parque de la Canaleta parece haberse acoplado ya como un guante a las necesidades del Mislata Música en Directe, cuya quinta edición se ha cerrado con un inobjetable grado de aceptación-especialmente en su segunda noche- por parte del público. Lejos quedan ya los calores del sofocante pabellón deportivo y el desproporcionado (por grande) campo de fútbol. Hoy en día el Mimed ha encontrado su mejor enclave posible, pero nada de ello serviría de mucho si no viniera además sustentado en una fórmula de innegable rentabilidad: la de apostar por nombres consagrados del rock estatal de varias generaciones junto a propuestas emergentes y la preceptiva cuota local. Dicha cuota de bandas de Mislata estaba encarnada el viernes por Barrafija y Cretino's Borne, encargados de abrir el fuego, y, sobre todo, por los veteranísimos Zarpa, la prueba viviente de lo inalterables -y hasta entrañables-que pueden ser los códigos del heavy metal patrio a través de casi tres décadas. El metalerío local, ya entrado en años, disfrutó con ellos de lo lindo. Más intoxicado por otros géneros -aunque posiblemente más tópico si cabe- es el discurso de Uzzhuaïa, defensores de un potente directo que adobaron con versiones de Héroes del Silencio (La chispa adecuada) y AC/DC (You shook me all night long). Quienes hace mucho tiempo que vieron su estrella declinar son Seguridad Social, empeñados en recuperar su repertorio más popular-el de los noventa- tras años de sequía creativa. Ni por esas fueron capaces de retener al grueso del público: mientras muchos se marchaban a casa, unos cuantos se hacían fotos con los componentes de Uzzhuaïa.
El gentío del sábado -jornada a todas luces más interesante- duplicó al del viernes, atraído sobre todo por el enorme tirón de Fangoria. Antes, y tras el concierto de los valencianos Kruchenko, los gallegos Triángulo de Amor Bizarro habían descargado con solvencia la lacerante intensidad de su notable álbum de debut. Más previsible -aunque no menos efectivo- fue lo de Sex Museum, quienes demuestran que su rock de ínfulas garajeras mantiene aún dignamente el tipo sobre los escenarios. El listón cualitativo siguió al alza con la contundente aportación de Atom Rhumba (quizá el mejor set del fin de semana), llevados en volandas por el grueso del tremendo Amateur Universes, hasta que Alaska y Nacho Canut irrumpieron dispuestos a poner el fin de fiesta con su vistosa escenografía: vestidos de blanco impoluto, enmarcados en una decoración simple pero efectiva y acompañados de dos bailarines travestis. Eternamente inocente, No sé qué me das o Retorciendo palabras fueron algunos de los puntos álgidos de un concierto que fue de menos a más, y convirtió la Canaleta en una enorme pista de baile.
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