Cazadores cazados
Desafiar al mar es jugar a ser un perdedor.
Las masacres de focas, así como de ballenas y delfines, son un reflejo que deja en evidencia la ignorancia y la crueldad humana, ambas sin límites, hacia la naturaleza y por tanto hacia la propia vida.
El mar no nos pertenece. Tampoco la tierra. Tampoco ningún otro ser vivo sobre la faz que nos sostiene. Más bien, todos pertenecemos, a la vez que tenemos el mundo en nuestras manos.
Mientras unos matan la vida, otros la defendemos. Mientras 100 barcos maldicen al mar, nosotros lo bendecimos. Y mientras unos todavía no lo entienden, otros lo tenemos muy claro: quien sabe ponerse en la piel del otro, es incapaz de ponerse la piel de nadie.
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