7.626 maneras de invertir en Bolsa
MEFF ofrece de forma gratuita a los particulares todas las combinaciones para invertir por 'pares'
7.626 no es un número redondo, pero se corresponde exactamente con el de todas las combinaciones posibles de dos activos entre las 123 acciones del Mercado Continuo y las del Ibex 35. Esta estrategia de inversión -hasta ahora sólo en manos de los profesionales pero ya a disposición de los particulares de forma gratuita a través de MEFF, el mercado de opciones y futuros- consiste en seleccionar un par: por ejemplo, dos acciones de las que se espera que una de ellas se comporte mejor que la segunda. ¿El resultado? Efectuar, con altas probabilidades de éxito, operaciones que resulten rentables tanto si el mercado se desploma como si se mueve lateralmente o si explota al alza.
La estrategia de invertir a 'pares' es también conocida bajo el nombre de 'valor relativo', 'mercado neutral', 'long/short' o 'arbitraje'
La estrategia de invertir a pares es también conocida bajo el nombre de valor relativo, mercado neutral, long/short, arbitraje... Parte del supuesto que, en general, las acciones de un mismo sector tienen patrones similares de comportamiento: si el sector sube, la mayoría de sus componentes subirán, aunque evidentemente algunas acciones subirán más y otras menos; si el sector baja, todas bajarán, pero unas menos que otras.
Poner en marcha una estrategia de este tipo implica encontrar un par de acciones con una alta correlación en el largo, medio y corto plazo comprando una acción y vendiendo la otra. De hecho, siempre hay que comprar el valor que se estima va a comportarse mejor y vender el que se cree va a comportarse peor. Para llevarla a cabo se puede usar indistintamente la compra/venta de títulos al contado y/o la compra/venta de futuros sobre índice o acciones. No hay que olvidar que es exactamente lo mismo comprar en Bolsa 100 acciones, por ejemplo de BBVA, que comprar un contrato de futuros de BBVA de 100 acciones; que es exactamente lo mismo vender a crédito 100 acciones, por ejemplo de Santander, que vender un contrato de futuros de Santander de 100 acciones. En ambos casos, el resultado económico para el bolsillo del inversor es el mismo.
Al operar con pares, el análisis no se centra en la evolución de cada uno de los activos seleccionados por separado, sino en la relación que uno tiene con respecto al otro. Esto se explica porque la inversión en pares de activos conlleva inicialmente el mismo desembolso en los dos valores. El primero de ellos se compra, por ejemplo, por 500 euros y el segundo se vende por la misma cantidad.
La inversión en pares analiza la relación de precios (en forma de cociente) que hay entre los dos activos implicados. Por ello, cuando los datos de los que se dispone (y aquí entra en juego la herramienta gratuita de MEFF: pairstrading que ofrece todo tipo de ratios de correlación entre los distintos valores) llevan a pensar que la relación (el cociente entre la cotización de una y otra acción) va a subir, se deberá comprar el par, es decir, adquirir el primer activo y vender el segundo. Sería el caso de que el particular, por ejemplo, estimase, tras analizar los datos, que, aunque ambos valores van a subir, BBVA lo hará en mayor porcentaje que, por ejemplo, Santander. O también, que, aunque ambos valores van a bajar, BBVA lo hará en menor proporción que Santander.
Más fuerza
Si, tras el análisis, se pensase que el cociente entre ambos títulos va a bajar, deberá vender el par: enajenar el primero de ellos y comprar el segundo. Aunque ambos valores fueran a subir, el primero lo hará con menos virulencia que el segundo (Santander aumentará más su cotización) y si ambos valores bajaran, el primero lo hará con más fuerza que el segundo (BBVA perderá más). Si se acierta en las estimaciones, el resultado será que, aunque las plusvalías que se obtengan serán menores que si se hubiera apostado con tino por un valor en concreto, siempre se ganará dinero y el riesgo asumido será significativamente menor.
Con unos ejemplos se podrá entender mejor esta afirmación. Supongamos que la acción A vale 20 euros y la B, 10 euros, y que el inversor dispone de 10.000 euros. Su ratio inicial es 2 (20/10). Si piensa que A se comportará mejor que B (que su cociente aumentará) tendrá que comprar 5.000 euros en acciones A (250 títulos a 20 euros) y vender a crédito (o utilizar futuros, si lo prefiere) otros 5.000 euros en acciones B (500 títulos a 10 euros).
Si pasado el tiempo A sube a 23 euros (un 15%) y B sube a 11 euros (un 10%), el resultado sería el siguiente: en la posición en A, el inversor ganaría 3 euros por acción, lo que suma 750 euros (250 acciones por 3 euros); en la posición en B, perdería 1 euro por acción (se venden los títulos a 10 euros y se deben recomprar a 11 euros) lo que supone una pérdida de 500 euros (500 acciones multiplicadas por 1 euro). Por tanto, la ganancia neta sería de 250 euros.
Si el particular hubiera optado directamente por utilizar sus 10.000 euros en acciones A, sus ganancias hubieran sido de 1.500 euros (500 acciones por 3 euros).
Si pasado el tiempo sucede que las estimaciones iniciales han sido incorrectas y que las acciones A bajan a 17 euros (un 15%) y las B, a 9 euros (un 10%), el resultado sería el siguiente: en la posición en A, el inversor perdería 3 euros por acción, lo que suma 750 euros (250 acciones por 3 euros); en la posición en B, ganaría 1 euro por acción (se venden los títulos a 10 euros y se deben recomprar a 9 euros) lo que supone una plusvalía de 500 euros (500 acciones por 1 euro). Por tanto, su pérdida neta sería de 250 euros.
Si el particular hubiera optado directamente por utilizar sus 10.000 euros en acciones A, sus pérdidas hubieran sido de 1.500 euros (500 acciones por 3 euros).
Supongamos ahora que la acción A vale 20 euros y la B, 10 euros, y que el inversor dispone de esos mismos 10.000 euros. El inversor cree que A se comportará peor que B; en concreto que, dado que el mercado es bajista, reducirá su valor en mayor proporción que B. Tendrá entonces que vender a crédito 5.000 euros en acciones A (250 títulos a 20 euros) y comprar otros 5.000 euros en acciones B (500 títulos a 10 euros).
Si pasado el tiempo, A baja a 17 euros (un 15%) y B baja a 9 euros (un 10%), el resultado sería el siguiente: en la posición en A, el inversor ganaría 3 euros por acción, lo que suma 750 euros (se venden los títulos a 20 euros y se deben recomprar a 17 euros); en la posición en B, perdería 1 euro por acción (compra a 10 y vende a 9 euros) lo que supone una pérdida de 500 euros (500 acciones por 1 euro). Por tanto, la ganancia neta sería de 250 euros.
Si el particular hubiera optado directamente por utilizar sus 10.000 euros en vender a crédito acciones A, sus ganancias hubieran sido de 1.500 euros (500 acciones por 3 euros).
Estimaciones incorrectas
Si pasado el tiempo sucede que las estimaciones iniciales han sido incorrectas y que las acciones A suben a 23 euros (un 15%) y las B, a 11 euros (un 10%), el resultado sería el siguiente: en la posición en A, el inversor perdería 3 euros por acción (se venden los títulos a 20 euros y se deben recomprar a 23 euros), lo que suma 750 euros (250 acciones por 3 euros); en la posición en B, ganaría 1 euro por acción (se venden los títulos a 11 euros y se ha pagado por ellos 10 euros) lo que supone una plusvalía de 500 euros (500 acciones por 1 euro). Por tanto, su pérdida neta sería de 250 euros.
Si el particular hubiera optado directamente por utilizar sus 10.000 euros en vender a crédito sus acciones A (las que esperaba bajaran más), sus pérdidas hubieran sido de 1.500 euros (500 acciones por 3 euros).
De los ejemplos se deduce que en general, la rentabilidad/riesgo de la inversión en pares es muy similar a la de la renta fija, con dos peculiaridades: por un lado, que efectivamente se está invirtiendo en renta variable con riesgo; por otro, que las pérdidas se limitan dado que, de forma simétrica, con una acción se ganará dinero y con otra se perderá.
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