El Madrid se enchufa
Un maravilloso gol de Van Nistelrooy y otro de Sergio Ramos tumban a un Valencia que no aprovechó su
En tiempos de golazos, Van Nistelrooy dibujó anoche un zapatazo grandioso que puso boca abajo el Bernabéu y que tuvo, además, una importancia capital. Agarrado a la salvaje volea del holandés, y al ya conocido cabezazo de Sergio Ramos, el Madrid logró un triunfo impagable, que le deja colocado para la pelea por el título, de la que, de paso, se borra un Valencia de vuelo corto, que jamás se lo creyó.
Al Madrid le alcanzó con una obra de arte y al Valencia no le bastó con Joaquín. El partido fue uno más de los que acostumbra a vivir Chamartín, con una diferencias sustancial: el Madrid, por una vez, a ratos, sin exagerar, apeló al fútbol para solventar el papelón.
REAL MADRID 2 VALENCIA 1
Real Madrid:Casillas; Salgado, Cannavaro, Sergio Ramos, Torres; Gago (Guti, m. 63), Diarra; Higuaín (Beckham, m. 65), Raúl, Robinho (Reyes, m. 85); y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego López; Cicinho, Marcelo y Cassano.
Valencia:Cañizares; Miguel, Ayala, Moretti, Del Horno (Hugo Viana, m. 82); Joaquín (Jorge López, m. 67), Albelda, Albiol, Silva; Villa y Morientes. No utilizados: Butelle; Torres, Pallardó, Guerra e Isa.
Goles:1-0. M. 18. Apertura de Gago hacia Torres, cuyo centro largo llega a Van Nistelrooy y éste suelta un durísimo disparo que supera a Cañizares. 1-1. M. 52. Joaquín se escapa por velocidad de Torres por la banda derecha, centra y Morientes remata. 2-1. M. 73. Sergio Ramos.
Árbitro:Pérez Lasa. Amonestó a Gago, Ayala, Albelda y Guti.
Unos 75.000 espectadores en el Bernabéu.
Al primer toque, cinco jugadores participaron en el golazo del holandés, cuya volea fue salvaje
Porque de repente, allá en el minuto 18, el Madrid se hizo mayor de edad al convertirse en un equipo. En un señor equipo. Todo empezó, y acabó, en Van Nistelrooy, que cazó un balón con el pecho allá en la banda derecha. Recibió Higuaín la dejada y el argentino tocó rápido hacia Diarra. Lo propio hizo éste, con Robinho de destinatario, ya en el centro. El brasileño se puso artístico y, de tacón, le dejó la pelota a Gago, que encendió el faro y vio a Torres acelerando por la banda izquierda. El centro del lateral voló hacia el vértice más lejano del área, donde esperaba Van Nistelrooy, el que había empezado todo el lío con un pase de pecho. Sin dejar caer el balón, el holandés lo golpeó con furia, inventándose un obús que se fue al costado de Cañizares, pegado al palo derecho. Cinco jugadores participaron en tamaño golazo, todos jugando al primer toque, todos actuando con sentido. Lo nunca visto en el Madrid de Capello.
El gol llegó tras los minutos más insustanciales que se han vivido en Chamartín, que ya es decir. Se dirimía el pleito en el centro del campo, con el Valencia empujando, intentando ganar terreno. El Madrid se afanaba en salir de la presión y sufría cuando eran sus centrales (poco dotados en aquello de la imaginación) los encargados de sacar la pelota jugada. Achuchaban Villa y Morientes, y sufría Cannavaro para encontrar a Gago. Tanto que en una ocasión le dio al considerado mejor defensa del universo por el pase largo, con el resultado fácilmente predecible. Un aficionado recibió el envío. Pero el cañonazo de Van Nistelrooy, en el primer disparo a puerta del Madrid, dejó temblando al Valencia. No aparecían Joaquín y Silva, por lo que el equipo tenía todas las dificultades del mundo para llegar arriba. El Madrid intentó administrar su gol a la manera de Capello, que ha hecho de la racanería un arte. Y eso que el Valencia apenas le hacía daño, varado como estaba su juego a los pies de Albelda, tan presto en la recuperación como plano en la creación.
Paradójicamente, la misma acción que tan buenos frutos le había dado al Madrid en el primer periodo, las subidas por la banda de Torres, le castigó en el segundo acto. El chaval se agotó en una galopada y, en la jugada inmediata, lo pagó caro. Le echó un pulso Joaquín en velocidad y el andaluz se lo comió. Levantó Joaquín la cabeza al final de su sprint y vio la llegada de Morientes, que mató desde cerca.
Era el empate en un partido que, hasta entonces, no admitía otro resultado, dado el déficit creativo de ambos conjuntos. El remate de Morientes debería haberle dado alas al Valencia. No fue así. Lejos de venirse arriba, a los de Quique les dio por el ahorro, como si el botín fuera un tesoro. Capello, entonces, movió ficha. Y acertó a lo grande. Metió el italiano en escena a Guti, que descansaba en el banquillo quién sabe si porque es el jugador del Madrid con más calidad. También puso en liza a Beckham poco antes de que el Valencia se quedara sin su mejor arma, Joaquín, que abandonó el partido lesionado.
Todo cambió. El Madrid decidió no dejarse dominar y, con lucha y unas gotas de fútbol, aterrorizó al Valencia, que quizá no se esperaba que su rival fuera capaz de combinar, de tocar de primeras, de apelar al fútbol como argumento. Y como el Madrid otra cosa no tendrá pero maneras de resolver un partido le sobran, pues bastó que llegara una falta en el lateral para que el partido y el resultado viraran. Ya estaba Beckham en escena y él puso el guante para que la pelota cayera en la cabeza de Sergio Ramos, que ejecutó como acostumbra y dejó al Madrid enchufado a la Liga.
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