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Fútbol | 31ª jornada de Liga

Al humor de cada resultado

La semana que gana y se acerca al líder todo es euforia y las encuestas destacan que el Real Madrid es el favorito a ganar la Liga. Si a la semana siguiente se pierde con una actuación arbitral deficiente, el árbitro es un verdugo envuelto en una conspiración antimadridista que le roba el campeonato que casi tenía ganado. Esta oscilación en el ánimo y el pensamiento de los aficionados y los medios de comunicación no debe sorprendernos. En todos los países y en todas las épocas, cuando las Ligas entran en su etapa definitoria, los lógicos y naturales errores arbitrales cobran una especial preponderancia. No es que los árbitros se equivoquen más en abril que en septiembre, pero la relevancia es distinta. Si además el error perjudica al grande, el escándalo está servido.

Me parece que habría que detenerse en el análisis de cuestiones más profundas que explican de una manera más justa la situación actual. Cualquier evaluación que se quiera hacer de un equipo de fútbol tiene que pasar necesariamente por su juego; esto significa ver cómo está armado y qué respuesta futbolística ofrece en el campo a lo largo de la temporada.

En primer lugar, hay que advertir que un equipo bien estructurado, confiado en sus posibilidades y seguro de un sistema de juego no se detiene demasiado a lamentarse por un error arbitral. La confianza hacia lo propio hace que la desconfianza hacia lo ajeno tenga poco valor. Que un equipo como el Madrid se queje mucho de los árbitros es un signo de debilidad.

Hay que distinguir si esas posibilidades de salir campeón se basan en las meras estadísticas -proximidad con el primero- o, por el contrario, el juego exhibido a lo largo de tres competiciones y alrededor de 40 partidos. Los equipos con aspiraciones serias tienen una seguridad en el juego que va mucho más allá del contratiempo arbitral. El problema del Madrid reside en que más allá de las posibilidades matemáticas -que las sigue teniendo- su juego no ha tenido un nivel óptimo. No ha sido un equipo consistente y las individualidades han brillado con intermitencia.

Una de las causas del pobre juego del Madrid ha sido la falta de sociedades, que en el fútbol son esenciales. Al fútbol se juega bien si funcionan estas pequeñas relaciones entre los defensas, o entre el lateral que se entiende muy bien con el interior y crean superioridad en la banda; o entre esos delanteros que se conocen de memoria, etc. En el Madrid de esta Liga eso no se ha dado casi nunca.

Se echa de menos la presencia de jugadores hechos para el Madrid. En la rica historia del club, casi siempre ha habido jugadores que, por haber sido canteranos, por estilo de juego o por adaptarse rápidamente a la institución, podrían considerarse jugadores de ese estilo particular. Así, los equipos del Madrid podrían tener altibajos, pero no se perdía ni la presencia ni el estilo. Hoy cuesta encontrar en la plantilla jugadores made in Madrid.

Más que buscar en el árbitro un culpable, cabe reflexionar sobre los motivos que verdaderamente influyen en el juego de un equipo: estilo acorde con los jugadores disponibles y con la historia del club, funcionamiento de las pequeñas sociedades y planificación de la presente temporada y de las futuras. Si en vez de fijarnos en todas estas cuestiones fundamentales, nos centramos en cada partido en los detalles ajenos al equipo -como el árbitro-, caeremos en la vorágine y el desconcierto de vivir al humor de cada resultado.

José Pékerman fue seleccionador de Argentina en el Mundial de Alemania de 2006.

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