Espejo de lo que somos
A Guillermo Cabrera Infante, el autor de Tres tristes tigres, le hubiera divertido la ahora ya popular descomposición del eslogan con el que Telemadrid celebra que se gusta a sí misma: Espejo de lo que somos, reza esta autosatisfacción. Independientemente de las bromas que ha acarreado su autobombo, la cadena que controla el Gobierno de Esperanza Aguirre ha recurrido a una arrogancia que se corresponde con algunos de los tramos de su cadena, pero no ha rendido culto a la verdad.
En el mundo de los eslóganes parece que cualquier cosa puede valer. Este eslogan abarca demasiado, se apropia de la realidad para hacerla suya, y esto, en plena campaña electoral, que afecta sin duda a Esperanza y a los suyos, suena a ajuste de cuentas del medio en relación con los que lo ven sectario o por lo menos subido en exceso a la chepa del poder.
Parece que antes de elegir la palabra espejo, que es una palabra que remite a clon, a igual, le propusieron a la dirección de la cadena de Esperanza la posibilidad de que se usara, mejor, el término reflejo. Hubiera sonado así: Reflejo de lo que somos. Hubiera desatado menos bromas. ¿Pero hubiera sido más real? ¿Se hubiera acercado más a la realidad de la cadena, que de modo excesivo y a veces innecesario atiza a los que no quiere ver ni en pintura, en programas que tendrían la información como su norte?
Reflejo tampoco hubiera servido. Acaso lo que le convendría a Telemadrid, antes que lanzarse a parecer espejo o reflejo o lo que quiera, es una autocrítica sobre lo que supone: ¿una cadena que depende de un Gobierno debe ser espejo de ese Gobierno, y en este caso, incluso, espejo de Esperanza? Ya Aguirre descabezó un informativo, el de Germán Yanke, porque no le gustó algo que éste hacía, y tampoco hacía la revolución. ¿Un gesto así es espejo o reflejo o lo que quieran? ¿Y de qué es espejo o reflejo? A partir de esa reflexión, y de otras, acaso llegue un día en que Telemadrid, o lo que se le parezca, sí podrá titularse reflejo de la sociedad a la que sirve. A la sociedad, no al Gobierno.
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