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Reportaje:La entrevista ciudadana a Rajoy

La mentira reiterada

Beatriz Mogrovejo lanza la primera pregunta: "¿Cree que la mentira reiterada es políticamente rentable?". Rajoy traga saliva y contesta

Si hace unas semanas fue el precio del café, ayer el tema de debate fue el sueldo del líder de la oposición. Rajoy ya había recibido algún que otro dardo cuando Violeta Aranguren, una jubilada navarra, tomó el micrófono. "Mi pensión es de 300 euros, ¿cómo cree que puedo pagar una casa y los gastos?". "Pues me imagino que muy malamente", admitió el líder popular. No se esperaba la que le venía encima. Porque Violeta fue pertinaz: "Si no es molestia, ¿me podría decir qué gana usted?". Rajoy duda. "Pues... bastante más que la cifra que usted ha dicho". Aranguren fue la estrella de la primera parte del programa. Atrás quedaban horas y horas de preparativos.

Son las ocho de la tarde. "De uno en uno, por favor", ruega insistentemente la azafata mientras los invitados que interrogarán a Mariano Rajoy se acercan en fila india al plató. El primero recoge su acreditación, se deja guiar por el personal del programa y desaparece tras una puerta negra. Así, hasta un centenar. Hay dos abogados, un ilusionista, una camarera de un pub, un agricultor... Todos se alojan desde el miércoles en un hotel de Madrid. Pocos saben cuál es. Lo que envuelve a estos cien ciudadanos es una incógnita. Lucen una pulsera amarilla que les diferencia del resto de personas que deambulan por el edificio. El tema de las pulseras trae de cabeza a los miembros de seguridad de TVE. Además de la amarilla, están la roja (la que porta la producción del programa), la azul (para los periodistas acreditados) y 40 negras, las más exclusivas, las que dan acceso al plató.

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En la cola se respira tensión. Unos la combaten sonriendo a todo aquel con el que cruzan la mirada. Otros se sinceran: "Estoy nervioso", confiesa un hombre a los invitados que le pillan más cerca. Una mujer rubia se empeña en arreglarse la melena una y otra vez, no sea que la cámara la coja despeinada. Los cien han sido maquillados, aunque el proceso no ha sido exhaustivo. "Son muchos y no se puede", argumentan los responsables del programa. Los entrevistadores van vestidos como quieren. Se nota que algunos se han arreglado para la ocasión.

A las ocho y media de la tarde el edificio es un vete y ven de gente. En el interior del plató, el presentador del programa, Lorenzo Milá, ultima detalles. "Hola, hola, soy Lorenzo". El audio funciona. "La cámara, ¿es aquella, la misma que el otro día?". Correcto. Todo esto se puede seguir desde la sala de prensa que TVE ha habilitado para los periodistas. Hasta que la organización decide cortar esa señal interna. Con Zapatero no pudo verse. "Las normas son muy claras, no queremos hacer ni la mínima distinción entre un programa u otro", dice un responsable de la cadena.

Pasadas las 20.45, Rajoy llega a los estudios Buñuel de TVE. Sus futuros entrevistadores apenas se inmutan cuando el líder de la oposición pasa delante de sus narices entre una nube de cámaras. "¿Están todos?", pregunta una de las azafatas. No, falta una joven que necesitaba ir al baño con urgencia. Al cabo de un minuto regresa corriendo. Es la última en tomar asiento. A las nueve y media de la noche, Beatriz Mogrovejo, de 35 años, lanza la primera pregunta: "¿Cree que la mentira reiterada es políticamente rentable?". Rajoy traga saliva y contesta. La primera en la frente, debe de pensar. El segundo dardo no tarda en llegar. "Usted definió a los que van a sus manifestaciones como españoles normales. ¿Qué es para usted una persona normal?".

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