La prosa
Mi estancia en Mallorca para divulgar mi nuevo libro coincide con el pase a las listas del PP de mi colega María de la Pau Janer. Algunas personas me detienen en la calle para preguntarme: a), qué puede encontrar una escritora haciendo política que no halle pergeñando libros; y b), si éste es el momento adecuado para hacerse del PP, dado que se encuentra en caída libre.
Empecemos por lo segundo. Con todo mi respeto por la valiente decisión tomada por María de la Pau -tiene que besuquearse cada dos por tres con Jaume Matas, presidente popular de la autonomía balear, para las fotos: y eso es peor que comerse las verrugas de la reina de Inglaterra-, éste no será el instante conveniente para pasarse al Partido Popular de Rajoy, Acebes y Zaplana; es decir, el de tinte peninsular e incluso mesetoide. Pero, hijos e hijas mías, no os equivoquéis. El PP de Matas es quien manda en una autonomía donde impera la ley del más fuerte en caciquismo y sicarismo, por no hablar de clientelismo. Por lo tanto, el paso de Janer -dicen que con promesa de ser consellera cultural, o sea, ministra- a las filas populoides me parece tan acertado como el que dieron, en los primerizos días aznareños, Racionero y Juaristi. No menospreciemos a la criatura, quien por otra parte cuenta ya con todo mi mayor aprecio.
En cuanto a la primera pregunta. Me parece obvio lo que un escritor o una escritora o un escribidor o una escribidora podemos hallar metiéndonos en las listas de un partido político y sacando además una primogenitura. ¿No veis que podemos cambiar el mundo? Por ejemplo, si yo fuera Janer, que ya sé que ella no lo hará, porque es menos osada, convertiría las bibliotecas baleares en urbanizaciones como la de Andratx y -ándale- las intercomunicaría mediante túneles: todo dentro de la misma empresa constructora. Luego pondría una tasa Michael Douglas de pago obligatorio a todos los isleños que desearan visitar el lugar para saber cómo eran los libros antes de convertirse en chalés.
Ya lo dijo un Kennedy, o tal vez un Gore que no era Vidal: no te preguntes lo que el PP puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por el PP. Dada la envergadura del reto, ¿cómo puede la prosa resistirse?
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