Cuatro atentados hacen temblar Bagdad
Al menos 191 muertos en una de las jornadas más sangrientas de los últimos cuatro años en Irak
Cuatro potentes coches bomba causaron ayer en Bagdad una de las peores matanzas desde la invasión estadounidense, hace cuatro años. Al menos 191 personas perdieron la vida y 250 sufrieron heridas, según la policía, en cuatro ataques coordinados contra zonas habitadas mayoritariamente por población chií. El peor tuvo lugar en el mercado de Sadriya, donde fallecieron 140. El vehículo estaba aparcado junto a la estación de autobuses. Explotó a las cuatro de la tarde, tras el cierre de los puestos, cuando cientos de personas estaban sentadas en los minibuses. Los ataques suponen un golpe para el plan de seguridad de Bagdad, puesto en marcha hace cinco semanas por el Gobierno iraquí y el Ejército de EE UU, que ha aportado 20.000 soldados de refresco.
"La calle se convirtió en una piscina de sangre", declaró Ahmed Hameed, comerciante de la zona de Sadriya. "He visto decenas de cadáveres quemados dentro de los minibuses. Nadie pudo acercarse y tratar de salvar a los heridos después de la explosión", dijo uno de los testigos. Una veintena de vehículos quedaron calcinados en medio de la calle. Algunos de los muertos son obreros que trabajaban en la reparación de los comercios destrozados por el ataque del 3 de febrero, cuando un camión bomba mató a 135.
Muchos de los que compran en el mercado de Sadriya son chiíes que viven en el suburbio de Ciudad Sáder (más de un millón de habitantes), la plaza fuerte del clérigo radical Múqtada al Sáder, que esta semana retiró a sus seis ministros del Gobierno.
El suicida aparcó el vehículo en la calle y esperó pacientemente al cierre de los comercios -a las cuatro de la tarde (dos horas más en la España peninsular)- para accionar el explosivo. Era el momento adecuado para causar el mayor daño posible entre la población civil.
"Las mujeres lloraban y voceaban desesperadas los nombres de sus familiares", asegura el testigo. Entre los muertos hay numerosos niños que acompañaban a sus madres. Un hombre, fuera de sí, gritaba en medio del caos una misma pregunta: "¿Dónde está Maliki?".
Fue un mal día el que eligió el primer ministro de Irak, el chií Nuri al Maliki, para anunciar que su Ejército y su policía estarán en condiciones de hacerse con el control de la seguridad de todo el país antes de final de año. Fue la expresión de un deseo con el que Maliki trata de aliviar la presión que padece la Casa Blanca para retirar sus 160.000 soldados a partir de 2008, como le exige el Congreso dominado por los demócratas. El Ejército iraquí se hizo ayer cargo de la provincia sureña de Maysan, hasta ahora bajo control británico. Es la cuarta de 18 en manos iraquíes.
EE UU participa desde febrero con unos 20.000 soldados de refresco en el plan de seguridad de Bagdad, que ha logrado reducir la cifra de muertos en la guerra confesional entre milicias suníes y chiíes, pero no evitar los coches bomba. Maliki, que ordenó detener al responsable de la seguridad en el mercado de Sadriya para que comparezca ante un comité de investigación, también pronunció una frase en la que no hay rastro de optimismo: "No hay soluciones mágicas para acabar con la violencia".
Los ataques de ayer tienen como objetivo los chiíes. Un segundo coche bomba estalló en un control cerca de Ciudad Sáder, matando a otras 35 personas y una veintena de heridos. Ciudad Sáder es el bastión de Múqtada al Sáder, a quien EE UU consideran el mayor peligro para el futuro de Irak, más que Al Qaeda. Una de las milicias implicadas en la guerra confesional, que desde febrero de 2006 ha costado la vida a miles de civiles en ejecuciones llevadas a cabo por escuadrones de la muerte, es el Ejército del Mahdi, que dirige Al Sáder.
Un tercer coche bomba estalló cerca del hospital privado de Abdul Majid, en el barrio comercial de Karrada, donde murieron 11, según Associated Press. La onda expansiva dañó varios edificios. Un cuarto coche bomba mató a cuatro personas que viajaban en un minibús en Al Shurja. Los cuatro ataques se produjeron en el este de la capital, en zonas habitadas mayoritariamente por chiíes.
Por otra parte, Arabia Saudí acordó ayer la condonación del 80% de los más de 15.000 millones de dólares (11.000 millones de euros) que le adeuda Irak desde los tiempos de Sadam Husein. Se trata de un importante cambio de política. Riad no quería apoyar financieramente a un Gobierno dominado por los chiíes. La deuda exterior es la gran losa que impide el despegue económico del país. Sólo al fondo de compensación creado tras la guerra del Golfo en 1990, Irak le debe 199.000 millones de dólares.
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