¿Qué consumo humano?
Su diario, en la edición del día 16 del corriente, recogía algunas manifestaciones de don Manuel Martí, secretario de la Asociación de Promotores Constructores, acerca de los usos del agua en relación con el proceso urbanístico. Conforme al criterio del entrevistado, que habrá que suponer se ejerce en calidad de portavoz de dicha asociación, es preciso detraer agua del consumo agrícola en beneficio del consumo humano. Cierto es que la Ley de Aguas establece una preferencia en favor del abastecimiento a poblaciones e industrias de escaso consumo conectadas a redes municipales, y que inmediatamente después son citados los usos agrarios, pero no estaría de más introducir alguna reflexión al efecto.
Un fin de la aplicación de toda norma es evitar que se pervierta, así como ponerla en relación con su contexto real, el cual por cierto manifiesta con terquedad la existencia de un parque cada vez más nutrido de viviendas no sólo vacías, sino difícilmente ocupables algún día por ser mero factor de inversión, y ello por ser generosos a la hora de calificarlo.
En tal estado de cosas, ¿qué preferencia para consumo humano se puede invocar en buena lógica para urbanizaciones que "están" pero jamás llegan a constituir asentamiento de población? ¿la misma que para tantas otras en las que el consumo para usos recreativos, en sexto lugar conforme a la ley, constituye el grueso del gasto de agua por sus instalaciones asociadas? ¿Es exigible a las administraciones, como pretende el señor Martí, que proyecten, ejecuten y mantengan infraestructuras de abastecimiento costosísimas para usos que en una interpretación más razonada no dejan de ser asimilables a lo suntuario? ¿Permanecen los promotores anclados en un concepto indefendible acerca del agua y no asumen su escasez intrínseca y susceptibilidad de deterioro?
Nada que objetar, por otro lado, a la afirmación relativa a que es necesario atajar las pérdidas en las redes, pero de ahí a redirigir los ahorros obtenidos de modo automático hacia un proceso de urbanización inmoderada media un abismo que este país no puede arriesgarse a cruzar.
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