Ana quería ver otros mares

Ana A. D., una estudiante de 15 años de Motril (Granada), decidió que su viaje de fin de curso por Extremadura y Madrid se le quedaba pequeño. La joven tenía que haber vuelto el sábado a su casa, tras una visita al parque de la Warner en San Martín de la Vega. Pero ella decidió prolongar su salida para marcharse a Barcelona y conocer a unos amigos.

El viaje de fin de curso les había llevado por tierras de Extremadura. Como colofón, habían decidido pasar el último día en el parque de la Warner, antes de volver a Motril, el mismo sábado.

El periplo de Ana comienza pasadas las cinco de la tarde del pasado sábado. A las seis de la tarde había quedado con sus compañeros para emprender el viaje de regreso a Motril. Pero Ana no acudió. Cogió un taxi que compartió con un empleado de la Warner y fue hasta Legazpi, ya en la capital. El trabajador la acompañó hasta la estación de Avenida de América, donde compró un billete de autobús a Barcelona.

La voz de alarma surgió de inmediato, cuando la joven no acudió a su cita. A las nueve de la noche, su tutor denunció la desaparición. La Guardia Civil inició la búsqueda por los alrededores. Además de los agentes de San Martín de la Vega, participaron en las pesquisas los especialistas de la Policía Judicial de Getafe.

Los padres de Ana tomaron el camino hacia Madrid a la una de la madrugada del domingo, mientras un amigo suyo, experto informático, entró en el ordenador de la joven. Así pudieron ver las personas con las que había estado conversando a través de la Red. Tenía conocidos de todas partes de España, desde Galicia a Cataluña.

El ciberforo dio la solución

Ana llegó a Barcelona a primera hora de la mañana del domingo y llamó por teléfono a un amigo que había conocido por el ciberforo. Le pidió un sitio para pasar la noche, pero su amigo se puso muy nervioso al enterarse de que era menor de edad. El conocido entró en el ordenador y comenzó a conversar por el messenger (programa de comunicación inmediata), ya que su amiga podía estar en un cibercafé. Así intentaría hablar con ella de lo que acababa de ocurrir. El que sí estaba delante de la computadora era el hermano de Ana, en Motril. Gracias a sus preguntas, se hizo con su número de teléfono móvil y pudo averiguar el paradero de su familiar.

Los padres viajaron a Barcelona, donde, gracias a las indicaciones del amigo de Ana, lograron dar con ella. "Se quedó muy sorprendida. No lograba entender cómo habíamos dado con ella. Menos mal que ha tenido un final feliz", destacó su padre, Alfredo.

"Ana es una chica muy especial. Es una mezcla entre bohemia e inconformista, y se le queda pequeño Motril. Decidió marcharse a conocer otros mundos. Quiere viajar mucho y seguir pintando y haciendo poesía, que es lo que le gusta", explicó su padre.