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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Campaña sin eje

La campaña francesa para unas presidenciales que han de marcar época carece de un eje en torno al cual se centren propuestas y contrapropuestas. No es que los franceses estén pasivos. Todo lo contrario. El interés es grande, y la participación, a diferencia de lo que ocurrió en la primera vuelta en 2002 por la que se coló el derechista Le Pen, se anuncia elevada. Pero el grado de indecisión es notable, con un 40% de los electores no habiéndose decantado o dispuestos a cambiar sus preferencias. Ello explica quizá que en esta campaña predominen los diferentes estilos y las meteduras de pata sobre el contenido de los programas, mientras los principales contendientes esperan no sólo ser uno de los dos que el 22 de abril pasarán a la segunda vuelta dos semanas después, sino colocarse para ganar esa elección decisiva rebañando los votos de los que se hayan quedado fuera.

Esta primera vuelta es aún cosa de cuatro. El neogaullista Nicolas Sarkozy va en cabeza desde el principio, con una campaña más agresiva y propia de su personalidad, frente a la de la "Francia tranquila" que pretende representar la socialista Ségolène Royal, la primera mujer con posibilidades de llegar al Elíseo. Tras un demarraje incierto, Royal ha recuperado el control de su manera de hacer política, más directa, dominando en buena parte la política en Internet. Ya concibió su programa de forma interactiva con los ciudadanos en la Red. Pero el tercero en esta carrera, el centrista François Bayrou, también ha sabido estar muy presente en la esfera bloggera que por vez primera está pesando en unas elecciones en Francia. Finalmente, Le Pen sigue subiendo, y aunque, a diferencia de 2002, sin posibilidades aparentes de pasar a la segunda vuelta, contaminando toda la política francesa con su discurso antieuropeo y antiinmigración. La gran novedad es que estas elecciones suponen el auge de una nueva generación en la política francesa, con los tres candidatos con más posibilidades -Sarkozy, Royal y Bayrou- por debajo de los 55 años. Era hora.

Europa ha estado más presente de lo que parece en los inicios de la precampaña. Sarkozy es a este respecto un factor conocido con su propuesta de un minitratado en vez de la Constitución Europea que los franceses tumbaron en referéndum. Royal y Bayrou coinciden en que todo nuevo texto será sometido a una nueva consulta popular, pero han evitado cuidadosamente entrar en detalles, a sabiendas de que Europa es un valor en retirada en Francia, y nadie va a ganar elecciones con esa bandera. Y sin embargo, el resto de la Unión Europea está esperando con ansias las elecciones presidenciales, y en junio las legislativas, en Francia, para salir del marasmo constitucional.

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