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Reportaje:Fútbol | Liga de Campeones: vuelta de los cuartos de final

"Los porteros acabaremos con casco"

Cech, que juega con una protección desde su fractura craneal, cree fundamental no correr riesgos

Su enorme y poderosa estampa, ahora coronada por un casco de goma, ha vuelto a erigirse como el símbolo de la extrema solidez defensiva del Chelsea. La protección que luce en su cabeza el portero Peter Cech le identifica como superviviente de un episodio dramático. De la tarde del 14 de octubre de 2006 sólo recuerda el calentamiento previo al partido en el estadio del Reading. Su memoria selectiva ha borrado de su cerebro lo que pasó después. Incluido su pavoroso impacto contra una rodilla de un rival, Stephen Hunt, que intentaba, lanzado a ras de suelo, rebañar el balón que él ya tenía entre los brazos. "Tiene suerte de seguir vivo", dijo José Mourinho, su entrenador, tras repasar el lance por televisión y una vez confirmada la estremecedora fractura craneal.

"Nunca me había sentido mental y físicamente tan fuerte como ahora", dice el guardameta del Chelsea

El debate sobre la presunta intencionalidad y el peligro que implicó el ardor del delantero y la escasa protección que los árbitros de la Premier League muestran hacia los guardametas inundó los medios de comunicación británicos. Mientras tanto, Cech, (Plzen, República Checa; 1982) afrontaba un delicado proceso de recuperación tras pasar por el quirófano por su rotura del parietal derecho. Los médicos más optimistas fijaban en seis meses su regreso a los entrenamientos. No contaron con su fuerza de voluntad y su calidad física: tres meses y seis días después de sufrir tan grave lesión, Cech reapareció en un encuentro oficial dejando atrás un calvario que llegó a poner en riesgo su carrera: "Al levantarme cada mañana, sufría horribles dolores de cabeza. Quería pasear y a los diez minutos estaba agotado porque recibía una medicación muy fuerte para prevenir posibles episodios epilépticos". Los cuidados de su esposa, Martina; de los médicos y de los fisioterapeutas y las muestras de apoyo en forma de cientos de cartas enviadas por aficionados y colegas de muchos países aceleraron su puesta a punto. No sólo entró, aunque con prudencia, en la rutina preparatoria, sino que volvió tan mejorado que Mourinho, admirado, declaró: "La vuelta de Cech es como disfrutar de un nuevo fichaje de 50 millones de libras".

"Nunca me había sentido mental y físicamente tan fuerte como ahora", declara Cech; "en términos de fuerza y velocidad de reacción, estoy mejor que antes porque durante la recuperación he debido trabajar muy duro y durante mucho tiempo". Desde que Cech regresó en enero a los terrenos de juego, el cuadro de Mourinho sólo ha recibido ocho goles en 17 partidos oficiales. Durante su ausencia, había disputado 20 encuentros entre la Premier y la Champions y sufrido 16.

El casco que le resguarda no le molesta: "Sé que no estoy arriesgando mi vida jugando de nuevo. Eso es lo principal. A este paso, además, todos los porteros acabaremos llevándolo. Cuando era pequeño, en mi tierra, era extraño ver a los niños jugando al hockey sobre hielo con un casco. Ahora es obligatorio". "Estoy feliz desde que he vuelto", explica; "tras el momento más duro de mi vida, disfruto más. A veces juego un partido difícil, con el césped embarrado y un tiempo pésimo, pero me siento bien en cualquier condición, ante cualquier adversario y en cualquier torneo. Soy feliz".

Muy sensibilizado ante los percances físicos, le ha tocado vivir en los últimos meses dos episodios escalofriantes. En febrero vio caer fulminado a su compañero Terry en la final de la Carling Cup al recibir en la cara una fortuita patada de Diaby, zaguero del Arsenal.Un fisioterapeuta de este conjunto evitó que se tragara la lengua y los médicos le colocaron un collarín y una mascarilla de oxígeno mientras todo el estadio contenía la respiración. Afortunadamente, Terry, tras pasar por el hospital, pudo celebrar un par de horas después el título conseguido. Cech fue el primero en homenajearle: "Si hay un trofeo al hombre de hierro del año, es para él". La fatalidad volvió a acosarle en marzo. Ante el Sheffield, en una salida, chocó con Hulse. Esta vez el damnificado fue su contrincante: doble fractura de tibia. Cech sabe mucho del dolor propio y el ajeno. De hecho, disputó la recta final de la pasada Liga y el Mundial con fisuras en varios dedos. Se operó en las vacaciones.

Su magnífica trayectoria en el Chelsea desde que Claudio Ranieri recomendase su fichaje en 2004 -llegó del Rennes, francés, por siete millones de libras- le consagra como uno de los mejores cancerberos: firme, potente, elástico, de notables fundamentos técnicos, con un gran sentido de la ubicación y galvánicos reflejos. No pudo detener, sin embargo, el misil de Silva. Pero el aura de cuadrilla solidaria, blindada y rocosa sigue envolviendo al Chelsea. Una reputación que emana de su vigorosa consistencia defensiva con Cech como su ángel de la guarda.

Cech, con su casco protector, coloca a sus defensas durante un partido.
Cech, con su casco protector, coloca a sus defensas durante un partido.ASSOCIATED PRESS

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