La vida antes de los romanos
Una exposición evoca la civilización de los íberos que fusionó la influencia de griegos, fenicios y cartagineses
Desde el siglo VI antes de Cristo hasta el establecimiento en la península ibérica de la civilización romana, cinco siglos más tarde, los pueblos íberos desarrollaron una cultura propia a lo largo del arco mediterráneo, en la que fusionaron las tradiciones de las comunidades indígenas con la influencia de los colonizadores fenicios, griegos y cartagineses. El resultado de la confluencia se recuerda en la exposición itinerante Íberos. Nuestra civilización antes de Roma a través de mapas, maquetas, audiosivuales y reproducciones de objetos y joyas y réplicas de los ambientes en que se desarrollaba su vida cotidiana. La exposición, organizada por la Fundación La Caixa, estará abierta al público hasta el 24 de abril (plaza de la Estación de Las Arenas. Getxo. Entrada gratuita).
El comisario de la muestra es el arqueólogo Lluís Batista. Bajo una carpa ha reunido los aspectos que mejor definen la cultura íbera, la primera que con cierta homogeneidad se desarrolló en la península que tomo su nombre. La exposición explica la organización social de los íberos, que vivían en ciudades-estado, regidas generalmente por un notable. La mayoría de la población se dedicaba a las labores del campo y la ganadería, sobre todo ovejas y cabras, pero también había grupos sociales de artesanos, comerciantes y los sacerdotes y sacerdotisas que oficiaban los ritos sagrados.
Por encima de todos ellos estaba una aristocracia que ostentaba el poder. La varones de esa casta superior eran guerreros, a los que se representaba como héroes en sus tumbas. La civilización íbera, sin embargo, no tenía un ejercito organizado, y dirimían sus diferencias en lucha de guerrillas.
La exposición recrea la casa de los íberos, en la que se acostumbraba a cumplir el ritual de esconder restos de animales sacrificados en los cimientos para obtener protección y bienestar, o colocar huevos en las paredes para atraer la fertilidad al hogar. La despensa muestra que la antigua civilización íbera estaba bien surtida de alimentos. Vibo, aceite de oliva, cereales, pescados en salazón, caza y frutas componían su alimentación. Los molinos de aceite, los talleres de cerámicas y los hornas en los que se cocían las piezas los artesanos y los telares son otros lugares recreados con precisión hasta el mínimo detalle en la exposición para evocar la forma de vida de los íberos.
Los poblados ocupaban generalmente un alto en el terreno, lugares estratégicos con facil defensa, reforzada en ocasiones por murallas, y con buena visibilidad del entorno. Varias maquetas reproducen las formaciones urbanas que de Puig Castellón, en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), Puente Tablas (Jaén) y Escacena del Campo (Huelva).
Los íberos fueron una cultura desarrollada en la edad del Hierro en la península y la exposición también revela como utiilizaron los metales para la elaboración de herramientas, joyas y armas. La tecnología fenicia permitio a los íberos aprovechas la riqueza minera del territorio. Trabajaron el hierro, pero también el oro y la plata
El alfabeto, las monedas y las figurillas que se ofrecían a los dioses abarcan otras caras de la civilización íbera. Pero la parte más impactante de la exposición es la dedicada a la cultura funeraria. Una vitrina exhibe una reproducción de la Dama de Elche y a su lado, en la penumbra, se puede ver una tumba en la que en 1971 se descubrio la Dama de Baza, en Granada. Es una estatua, con una urna para guardar las cenizas de un aristócrata, de 1,30 metros de altura y 800 kilogramás de peso, que apareció rodeada de 20 objetos de ajuar.
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