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El aumento del salario mínimo como estímulo al crecimiento

El Gobierno del primer ministro Shinzo Abe quiere elevar el salario mínimo y revisar las condiciones laborales para fomentar la expansión económica y reducir las diferencias que, pese a ella, se agrandan entre ricos y pobres. Así lo revela la aprobación en las últimas semanas de seis proyectos de ley que deben ser refrendados por el Parlamento -en el que la coalición gubernamental tiene sobrada mayoría- para que entren en vigor a mediados de 2008.

Las medidas han sido diseñadas para regular, entre otros aspectos, un aumento efectivo del salario mínimo, la primera revisión en casi 40 años, y de la compensación por horas extras. El Gobierno cree que aumentando el salario mínimo ayudará a las pequeñas y medianas empresas a atraer a trabajadores capacitados, lo que redundará en una mayor productividad.

El salario mínimo ha subido sostenidamente en la última década, pese a la deflación, al pasar de 637 yenes por hora en 1997 a 673 yenes (4 euros) en la actualidad. El proyecto de ley no fija cuánto debe subir el salario mínimo, sino que deja esta cuestión en manos de los comités regionales laborales, por lo que los expertos creen que será una tarea difícil.

Con las medidas se intenta eliminar la discriminación por edad a la hora de contratar trabajadores, hacer más transparentes las reglas de empleo, reducir la jornada laboral y mejorar las condiciones de los empleados a tiempo parcial mediante la equiparación, tanto como sea posible, de su salario al de los que trabajan a tiempo completo. Las enmiendas establecen el aumento del sueldo durante el permiso parental, que pasaría del 40% al 50%, y fomentar así la fertilidad en Japón (1,2 niños por mujer en edad fértil).

En lugar de subir los salarios, que sólo aumentaron un 0,2% en 2006, las compañías japonesas, que disfrutan actualmente del mayor período de expansión en más de 30 años, emplean sus beneficios en aumentar las inversiones en sus instalaciones y reducir su endeudamiento. En los salarios, por tanto, apenas se han dejado sentir los efectos de la reciente salida del estancamiento económico en que ha estado sumido Japón desde el estallido de la burbuja inmobiliaria y de activos a comienzos de los años noventa.

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