_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Panfleto a favor del pan

La Comunidad de Madrid, la Cámara de Comercio y Asempan (Asociación de Empresarios del Pan) andan enfrascados en una campaña para resucitar el consumo de un alimento básico para la existencia. La vida consiste en ganarse el pan de cada día; lo demás son bagatelas que pueden y deben esperar. Si no hay pan, de poco sirven ideas, religiones y otros conceptos prescindibles en momentos de apuro. Es un dato histórico inapelable. Pero el pan que se expende en Madrid, en general, deja bastante que desear. La industrialización del sector ha conseguido productos mucho más rápidos y baratos para la empresa, pero más perecederos y menos sabrosos. Parece como que se nos invita a prescindir de ese alimento tradicional. Además, corre la voz de que engorda, lo cual es una mentira propalada por ignorantes y descerebrados.

En los folletos editados por las instituciones arriba mencionadas se dice algo evidente: "El pan tiene una cualidad básica, y es algo tan simple como que no cansa, aunque lo comemos varias veces al día todos los días del año... Si no está, lo echamos de menos". Absolutamente cierto. Pero da la impresión de que lo que se expende es descafeinado, insípido, evanescente, congelado. Existen muchas más variedades que hace años, cuando mandaba la pistola (¿por qué le pusieron ese nombre siniestro?). Pero los panteístas ("nada sin pan") están cada vez más desalentados, añorando la hogaza de León, conscientes de que un hijo ya no te trae un pan bajo el brazo, sino una chapata de congelador. La industria panificadora tiene que ponerse las pilas.

Madrid siempre tuvo pan excelente. Pío Baroja regentó una tahona en la plaza de Herradores. Mucho más cercano, el académico Luis Mateo Díez ha madurado muchos de sus escritos desde su observatorio de la Casa de la Panadería, en la plaza Mayor, con La Cepeda leonesa en su alma. "Compañero", etimológicamente, es aquel con quien se comparte el pan. Un buen compañero es un pedazo de pan, siempre que el pan no sea refrigerado.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_