El Zaragoza tiene respuestas para todo
El Barcelona, desorientado y desbravado, fracasa en La Romareda después de cambiar su plan de ataque
En un ejercicio solemne, el Zaragoza le sacó los colores al Barcelona, que probó varios sistemas pero que no acertó con ninguno. Saneado en defensa, con una presión abrumadora en la medular y con Diego Milito como estilete, el Zaragoza desdibujó al contrario, tan perdido en el campo como en la pizarra. Retomó de inicio Rijkaard el 3-4-3 en detrimento del 4-3-3. Un sistema tan ofensivo como arriesgado, con esencias cruyffistas, donde los extremos cobran suma importancia y en el que el delantero centro es de postín. Ya le fue divinamente en el partido de vuelta de los cuartos de Copa, cuando rompió al conjunto blanquillo en una primera media parte deliciosa. Pero anoche, al contrario que entonces, no existió el factor sorpresa.
ZARAGOZA 1 - BARCELONA 0
Zaragoza: César; Diogo, Gaby Milito, Piqué, Juanfran; Sergio García (Neri, m. 76), Celades (Movilla, m. 58), Zapater, Aimar (Lafita, m. 87), D'Alessandro; y Diego Milito. No utilizados: Miguel; Óscar, Ewerton y Herrero.
Barcelona: Valdés; Oleguer (Gio, m. 71), Thuram, Puyol; Márquez (Zambrotta, m. 46); Xavi, Iniesta, Deco; Giuly (Gudjohnsen, m. 66), Ronaldinho y Messi. No utilizados: Jorquera; Edmilson, Sylvinho y Saviola.
Gol: 1-0. M. 57. D'Alessandro centra desde la línea de fondo y el balón entra tras pasar entre Puyol, Valdés y Diego Milito, que la toca.
Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Diogo, Messi, Xavi, Ronaldinho, Deco, Piqué, César, Movilla, Iniesta y Zambrotta.
33.000 aficionados en La Romareda.
Sabedor de la propuesta rival, el Zaragoza retocó también su esquema. Desestimó alinear a dos puntas como habitúa y recolocó a Sergio García como volante derecho. Así, no sólo igualó el número de centrocampistas sobre el césped, cinco por cada bando, sino que le otorgó a Aimar, con libertad de movimientos como media punta, la relevancia que se le exige. El resultado no pudo ser mejor; el Barça, destartalado por jugar con seis hombres por delante de la pelota, naufragó porque perdió el balón, en poder prácticamente siempre del Zaragoza. Y el Barcelona, sin la pelota en los pies, descolocado por la relativa novedad del sistema, se tornó muy mediocre.
Empecinados en bajar a recibir el cuero, los centrocampistas azulgrana atascaron la salida de la pelota. Márquez representó a la perfección la coyuntura. El medio centro, desatinado en grado superlativo, nunca probó la suerte de los pases largos, los desplazamientos de balón. Sin otra alternativa, el Barça trató de tocar y tocar para abrir hueco, para conectar con los extremos, bien abiertos a los costados. Pero, incapaces de superar la primera línea de presión blanquilla, cedieron la iniciativa al Zaragoza. Mérito de Celades y Zapater, que se fajaron en barrer la medular, en rebanar el cuero a la zona de creación rival. Con una presión acompasada, fundamentada en las coberturas del dos contra uno, los medios centros se dieron un atracón de robar balones. Y una vez secuestrado, ambos lo repartieron con equidad a las alas, donde D'Alessandro y Sergio García lo esperaban sobre la línea de cal. Desde ahí, poco fijados por la despoblada zaga contraria, iniciaron los contragolpes. Bien con diagonales hacia el interior apoyándose en Aimar; bien con pases a Diego Milito, que se desapegó por completo a su parcela y cayó con insistencia a las bandas. Sergio García con dos disparos desde fuera del área, puso en jaque al Barcelona. Pero, falto de puntería, todo se quedó en un susto.
Sin otra solución, el Barcelona quiso atosigar al Zaragoza mediante la presión avanzada. Pero sin Eto'o, sospechosamente lesionado el día de antes del partido, el conjunto azulgrana se perdió desde la primera línea. Ronaldinho, anoche reubicado nuevamente como ariete, no empujó al equipo y la principal baza ofensiva del Barça brilló por su ausencia. Blandos, faltos de nervio y agresividad, los azulgrana fracasaron.
Rijkaard, entonces, remodeló de nuevo el dibujo, colocó una defensa de cuatro y sacrificó a Márquez en beneficio de Zambrotta. Fue entonces cuando el equipo azulgrana pareció reactivarse, cuando, con Iniesta como medio centro, circuló el balón y recobró el color. Pero cuando mejor estaba el Barça, Diego Milito pareció poner la punta de su bota a un centro de D'Alessandro desde la línea de fondo. Gol y mazazo definitivo. Aunque tuvieron Messi y Gudjohnsen su oportunidad para empatar, ya no se recompuso el Barcelona y menos se resquebrajó el Zaragoza, que logró una victoria que le da licencia para soñar con las mayores cotas europeas. Los azulgrana, en cambio, perderán hoy el liderato si el Sevilla gana al Racing en el estadio Sánchez Pizjuán.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.