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Columna
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Candidatos sin corbata

Están a la vuelta de la esquina las elecciones municipales y forales. Los partidos políticos presentan sus propuestas y refuerzan el perfil de los candidatos menos conocidos. En esta ocasión, el PNV debe hacer un esfuerzo añadido, ya que para los comicios en Gipuzkoa ha tenido que fabricar un candidato de urgencia como es Markel Olano.

Claro que, a la hora de consolidar el perfil del candidato, la aportación de Iñaki Gerenabarrena, presidente del Araba Buru Batzar, no parece ser la óptima: "Que nadie espere un yuppie, un ejecutivo de corbata que, para prosperar, pisa con sus zapatos de cordones las cabezas de los cercanos", ha declarado. "En su caso, lo importante es el contacto humano, sincero y directo. Es un humanista". Resulta difícil elucidar los presupuestos ideológicos que inspiran ese enunciado. ¿Por qué se presume que un ejecutivo de corbata "pisa las cabezas de los cercanos"? La imagen muestra un punto de elaboración literaria, pero habría que concretar qué lances empresariales, sociales, políticos, tabernarios, patibularios o prostibularios han llevado a Gerenabarrena a rendir tan pintoresca conclusión. Antes de nadar en las aguas del prejuicio, conviene haber pisado tierra firme: Euskadi está salpicado de profesionales y empleados para los que el traje y la corbata es un mono de trabajo. De hecho, existen más currantes que llevan traje por obligación que jefes que lo lucen por placer. Y eso suponiendo que los encorbatados se dediquen sistemáticamente a pisar cabezas, cosa que no puede afirmarse a ciencia cierta. ¿Se imaginan a nadie atribuyendo hábitos de ese jaez a ciertas minorías sociales, raciales o religiosas? De hacer algo así, no sé si cabezas pisadas, pero seguro que veríamos rodar cabezas por las largas escalinatas de la responsabilidad partidaria y electoral.

Yo padezco a veces una corbata, cosa que me impongo por el respeto que merecen las instituciones o por la solemnidad que comportan ciertos actos. ¿Qué verá en ello de malo el jelkide alavés? ¿Por qué se empeña en imaginar violencia donde acaso sólo hay compostura? Durante un tiempo trabajé como contable en un taller de coches y en él pude comprobar cómo los ricos, los más ricos, los insultantemente ricos, lo eran hasta el punto de no llevar corbata. De hecho, algunos de aquellos ricos eran tan ricos que parecían pobres, ilusión óptica que se desvanecía ante la alta cilindrada del deportivo en cuestión.

Claro que otro de los enigmas que suscita el texto objeto de nuestro análisis radica en los zapatos de cordones. ¿Qué tienen los zapatos de cordones que lleva irresistiblemente a triturar cabezas? Se me ocurren muchos tipos de calzado más apropiados para reventar el cráneo ajeno: botas de militares, botas de etarras, calzado deportivo para la kale borroka... ¿Qué influjo depredador atribuye Gerenabarrena a los zapatos de cordones? Todo político debería ahorrarse este tipo de comentarios prejuiciosos. A mí no me gustan los zapatos de cordones, pero calzo con frecuencia mocasines negros o agua y vino, mocasines que, todo hay que decirlo, no siempre no son italianos. Pues bien, ¿me excluirá esta inclinación de la corrección política? ¿Hablará ese calzado de mi vesania y de mi irresistible inclinación a pisar cabeza ajena? Me temo lo peor, aunque lo peor, en este caso, sea comprobar de nuevo cómo el imaginario cutre de la izquierda radical se va haciendo hegemónico, invadiendo otras culturas políticas y convirtiendo Euskadi en un lugar desastrado, descuidado y harapiento, en consonancia con nuestra moral colectiva, cada vez más andrajosa.

Es preocupante que un político crea reforzar a su candidato situándolo entre la austera vestimenta de los puritanos de Nueva Inglaterra y el algodón uniforme, indistinguible, que marcó tendencia durante la Larga Marcha de Mao. Con liberal insolencia, me dirijo ahora a la cocina, para pasar el paño a mis mocasines agua y vino. Y lo hago con la íntima esperanza de que el candidato Olano, a pesar de su celebrada desidia en la indumenta, sí sea, como refería el panegírico, un humanista ejemplar.

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