España regresa al podio

España regresó a la cumbre del waterpolo mundial. En un partido larguísimo, agónico y lleno de tensión, logró la medalla de bronce. Para superar a Serbia, campeona europea y mundial, necesitó una prórroga y dos tandas de penaltis (20 en total para un resultado final de 8-9) en las que el portero, Iñaki Aguilar, estuvo memorable. El tercer puesto sabe a gloria y da al cuadro español el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Poco después, Croacia tumbó al gran favorito, Hungría, y se proclamó campeona por primera vez en su historia.

El waterpolo español vive. Seis años después de ganar el Mundial en Japón, ha vuelto al podio. "Un sueño hecho realidad", decía Rafael Aguilar, el técnico a quien se encargó la renovación de la generación de los 90, campeona olímpica y mundial y que dirigió Joan Jané. "Pekín podría ser un buen teatro para nuestros sueños", recalca.

El encuentro fue de una intensidad máxima. España demostró que cada vez está más cerca de los dos grandes del waterpolo: Hungría y Serbia, ayer las dos selecciones derrotadas, y que hace unos meses parecían inaccesibles.

El grupo español creyó siempre en sus posibilidades. Incluso cuando Serbia forzó la prórroga a seis segundos del final. El hambre de victoria era tan grande que a los españoles no les pesó la historia de la semifinal ante Hungría, cuando Iván Pérez no logró sentenciar a siete segundos del final.

España mantuvo a raya a Serbia y no importó que no estuviera acertada en las superioridades. Su defensa fue modélica, su juego posicional muy versátil y su portero estuvo sensacional. Aguilar, a sus 23 años, el sustituto del fallecido Jesús Rollán, detuvo un penalti durante el partido y dos más en la tanda decisoria. El joven meta estaba exultante: "Ha sido increíble. Ni en el mejor de los sueños. Todo el mérito es por nuestro esfuerzo, por habernos entrenado como cabrones, por luchar hasta el final siempre y por demostrar que creemos en nosotros. Han sido mucha horas, muchos madrugones, viajes largos. Ahora tenemos el premio".

La historia de la nueva generación comenzó a ser una realidad cuando el equipo ganó la medalla de bronce en el Europeo de Belgrado del pasado año. Sólo faltaba la confirmación. Aguilar, el seleccionador, hace una radiografía de su equipo: "Son jugadores que tocan de pies en el suelo. Conocen el techo que tienen. Son ambiciosos, descarados y se atreven con todo, muy competitivos. Tienen hambre de títulos y quizás no son tan virtuosos como algunos jugadores húngaros, pero tienen ese plus, quieren comerse el mundo. No se conforman con lo que ya han ganado. Quieren más". Una ambición que invita a soñar con una segunda generación prodigiosa.