Ronaldinho es el rey del mambo
El brasileño recupera su mejor juego en el momento en que negocia su continuidad en el Barça con la presión del Milan
Aunque no ha sido ajeno a la resaca mundialista, sobre todo en partidos que marcan la temporada como la final del Mundial de clubes, la eliminatoria de octavos de la Liga de Campeones y el clásico, Ronaldinho aspira a ser el protagonista del último trimestre. No sólo están en juego las aspiraciones del equipo en la Liga y en la Copa sino también su condición de número 1. Al brasileño le conviene reivindicarse después de que su seleccionador le haya despojado de la túnica con el 10 en favor de Kaká y necesita renovar su fe en el barcelonismo a fin de mejorar su cuenta bancaria y mantener su jerarquía cuando la plantilla demanda ser renovada y mejorada, y tanto Eto'o como Messi, recién recuperados, han levantado el ánimo del hincha más desorientado.
Con Eto'o y Messi en la cancha, el brasileño recobra su condición de excelente pasador
El Milan ha entendido que ahora es precisamente el momento para tentar a Ronaldinho para el calcio, necesitado de un icono saludable para combatir tanta caspa y juego de engaños. El club de Berlusconi le hace el juego a Roberto de Assis, el hermano y agente del futbolista, y la prensa publica a diario las peticiones de jugadores como el propio Kaká que piden al azulgrana que se vaya a Milanello. En el Inter no piensan lo mismo , o así se desprende de las palabras del portero brasileño Julio César: "Ronnie, no te vengas a Milán porque hace frío y no hay mar". Unos y otros coinciden en que la figura de Ronaldinho garantiza la expansión del club más estacando del mundo. Así ocurrió en el Barça cuando el gaucho puso en marcha el círculo virtuoso de Laporta.
Asociar la marca Ronaldinho al escudo del Barcelona supuso el despegue del club azulgrana, y de ahí que la directiva intente asegurarse ahora la continuidad de un jugador que precisa revisar anualmente su contrato para mantener su posición de privilegio en el ranking de ingresos (23, 5 millones). "Estoy muy a gusto en el Barcelona. La afición y yo crecemos juntos. Hay sintonía", reiteró Ronaldinho el sábado tras el partido contra el Deportivo. "Yo me tengo que dedicar a jugar y mi hermano a negociar". Y Roberto se puso a hablar con los directivos en el descanso y al final del encuentro después de que el gaucho completara una extraordinaria actuación. Ronaldinho sabe jugar a la carta. A la que las circunstancias lo exigen, su respuesta futbolística es inequívoca, obliga a rendirle pleitesía.
Intervencionista, tanto que a veces su gestualidad es excesiva, el brasileño tiró caños, se adornó con sombreros, taconazos, rabonas y espuelas, y generó cuatro jugadas extraordinarias sin necesidad de jugarse el uno contra uno. La maniobra del 1-0 fue excelsa: Ronaldinho no sigue nunca al lateral, y también se desentendió de Coloccini, para así armar la transición a la que Iniesta robó la pelota: recibió con ventaja de Xavi, controló con el pecho, quebró al argentino con una espuela y profundizó para la llegada de Messi. Rijkaard calificó el gol de obra de arte. También expresó su sentido de equipo en el 2-0 cuando se apoyó con Iniesta y Xavi antes de intentar contactar con Messi y de que interviniera Andrade para suerte de Eto'o. El camerunés no supo batir más tarde a Aouate después que Ronaldinho le habilitara con un taconazo y al propio Ronaldinho le faltó malicia para marcar en un mano a mano.
Recuperados Messi y Eto'o, dos futbolistas dinámicos, profundos, agresivos y que tiran desmarques continuos, Ronaldinho mejoró como pasador y remitió como goleador tras contar 17 tantos, la mayoría a balón parado. El brasileño jugó el sábado para sus delanteros, en calidad de 10 más que de 11 o de 9, sin dejar de procesar el fútbol de acuerdo a sus intereses, a su manera de ser y entender el juego, que no es precisamente la más convencional. "Ronaldinho crea", concluyó Rijkaard, entregado a los prodigios del gaucho, que está dispuesto a aceptar el pulso: su salario estará en consonancia con su peso en el equipo y en el club, así que el tira y afloja se presenta eterno por más años que tenga el contrato. Y, de momento, Ronaldinho y el Barça se siguen necesitando.
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