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Crónica:Fútbol | 28ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Atlético no se lo cree

El conjunto de Aguirre,incapaz de ganar al Mallorca, pierde otra ocasión de acercarse a Europa

Le dio a Perea por desmoronarse, allá en el segundo palo y, con él, al Atlético en pleno, un equipo que no acaba de crecer, ni de arrancar, ni de lanzarse con todo hacia esa meta llamada Europa. Le dio a Perea por trastabillarse, le dio a Arango por marcar y el Atlético perdió otra oportunidad, una más, de dar lustre a su candidatura a la Copa de la UEFA o a empresas mayores. Más allá de debates estériles sobre si se trata de un equipo grande, pequeño o mediano, lo cierto es que los hechos demuestran que se trata de un grupo incapaz de sentirse superior a nadie. Aunque lo sea.

No hay equipo al que tener ventaja en el marcador le produzca tanta alergia como al rojiblanco. Acostumbra el Atlético a enseñar una puesta en escena decente, como si tuviera prisa por dejar claro quién manda. Luego se deja ir y, si es el caso, mangonear, como si su discurso se acabara en cuanto tiene un gol a favor. Como si el éxito fuera un castigo.

ATLÉTICO 1 - MALLORCA 1

Atlético de Madrid: Leo Franco; Perea, Pablo, Eller, Antonio López; Galletti (Marqués, m. 66), Luccin, Gabi ( Agüero, m. 59), Jurado; Fernando Torres y Mista. No utilizados: Pichu; Seitaridis, Zé Castro, Pernía y Costinha.

Mallorca: Moyá; Héctor, Ballesteros, Nunes, Navarro; Pereyra, Basinas

(Maxi, m. 60); Jonás, Ibagaza, Arango

(Tuni, m. 69); y Víctor (Tristán, m. 89). No utilizados: Prats; Ramis, Dorado y Trejo.

Goles: 1-0. M. 16. Torres. 1-1. M. 58. Arango.

Árbitro: Pérez Lasa. Expulsó a Luccin (m. 95). Amonestó a Eller, Gabi, Pablo, Perea, Torres, Agüero, Pereyra, Nunes, Víctor e Ibagaza.

Unos 35.000 espectadores en el Calderón.

No hay equipo al que tener ventaja le produzca tanta alergía como al rojiblanco
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"Nos autopresionamos"

Bien pronto amenazó Torres al Mallorca. Alejado de la punta del ataque, donde estaba Mista en vez de Agüero, al que Aguirre dejó sentado, Torres bajó a recibir y cayó a las bandas, que ya estaba Mista para tareas de mayor contacto físico en el frente del ataque. Un par de galopadas suyas pusieron en guardia al Mallorca, que no lograba cortar el correo entre los centrocampistas del Atlético, con Jurado a la cabeza, y El Niño. Fue precisamente Jurado quien dibujó un pase prodigioso, entre líneas, atento a la arrancada de Torres. Éste dejó atrás a dos defensas como quien respira y elevó la pelota con un toque sutil ante la salida de Moyà.

El magnífico gol de Torres no espabiló al Mallorca, un equipo pesadote en la creación y cuyos argumentos dependen casi en exclusiva de lo que Ibagaza esté dispuesto a inventar, lo que ayer, durante mucho tiempo, fue muy poco. A la izquierda ubicó Manzano a Arango, del que no se tuvieron demasiadas noticias hasta el empate, lo que, visto lo visto, no es poco.

Pero el Mallorca, empujado por un Atlético que no supo cómo administrar su gol, se fue viniendo arriba. Sin hacer ruido, sin jugar al fútbol incluso. El partido era de una insipidez mayúscula, más allá del empeño de Torres en dejarse ver, del criterio de Jurado y del arrebato del mallorquinista Jonás, que se marcó cuatro galopadas por la banda que bien pudieron encontrar premio de no ser por su empeño en llevar la pelota cosida al pie y la cabeza gacha.

En éstas que Perea dio un par de sustos a su compañeros. Parecía una premonición. Porque se fue Víctor por el costado y centró al segundo palo, flanco que cubría Perea. Al chaval se le vinieron el mundo y la pelota encima y acabó en el suelo, trastabillado, hundido. Como andaba por allí, Arango aprovechó tamaño regalo para disparar, duro, arriba. Era el empate en la primera ocasión seria de la que disfrutaba el Mallorca.

A partir de ese trance, todo el esfuerzo del Atlético murió en la nada porque su rival supo defender su botín parando el partido, quitándole continuidad, maniatando a un rival que a ratos se maniataba solo. Cerró así el Atlético otro episodio para olvidar, en el que su gran inicio fue un espejismo y en el que volvió a dejarse un trozo de sueño, ése en el que se ve en Europa aunque no parezca creérselo.

Fernando Torres se lleva el balón ante la entrada de Héctor.
Fernando Torres se lleva el balón ante la entrada de Héctor.RICARDO GUTIÉRREZ

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