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Reportaje:Natación | Campeonatos del Mundo

Un Phelps de película

El estadounidense logra su sexto oro al derrotar agónicamente en los 100 mariposa a Ian Crocker, su rival hasta en el cine

A 30 metros del final, Michael Phelps, el imbatible, perdía. A 20 metros de que todo acabara, parecía imposible que el estadounidense ganara los 100 mariposa, que diera un paso más hacia el sueño de ocho oros en siete días y que no fuera derrotado por Ian Crocker, el nadador melancólico. A 10 metros, Phelps se hundía. Crocker, vencía. Le quedaba un dedo, un suspiro, estirar la mano. Y fue un mundo. Cuando Crocker ya agarraba el oro, cuando ya veía confirmada su teoría -aquello de que nadar contra Phelps era una ventaja, que así le inundaba la adrenalina y no la pereza-, buscó la pared y encontró el agua. No llegó a tocar. Y vio cómo Phelps, nadando de atrás adelante, fiándolo todo a su final, al cálculo ajustado del número de paladas que debían dar sus brazos, le arrebataba la victoria. (50,77s frente a 50,82s)

El nadador puede sumar hoy ocho oros en siete días si gana los 400 estilos y los 4x100 estilos
Phelps casi se quemó: "Sinceramente, creí que me había cargado el final. No fue muy bueno"
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En la piscina, Crocker y Phelps vivieron separados por cinco centésimas. Fuera del agua, entre ellos se ha abierto un abismo: Phelps sumó ayer su sexto oro, confirmó su derecho a nadar los relevos del 4x100 estilos y avisó, por si alguien no lo sabía, de que es probable que gane las ocho pruebas que se ha propuesto. La victoria, sin embargo, llegó con una advertencia para los Juegos de Pekín 2008. El reto de Phelps, que tanto depende de la programación, de la elección de las pruebas y de calcular al milímetro los momentos de descanso durante la competición, sigue en pie por un pelo. Por cinco centésimas. Phelps jugó ayer con fuego. Tanto, que estuvo a punto de quemarse: "Sinceramente, creí que me había cargado el final. En el momento, no pensé que fuera un final muy bueno, pero acabó siendo lo suficientemente bueno", admitió. "Creí que estaba lejos. No pensé que las cosas fueran bien. Cuando toqué, pensé 'ahí está la carrera".

Phelps y Crocker se describen como amigos. La realidad, sin embargo, les fotografía como enemigos íntimos. Su rivalidad es tan magnífica que da para hacer una película. Unfiltered: The Story Behind the rivalry, recoge la historia y el calendario de su enfrentamiento, que es el del campeón olímpico y mundial -Phelps- contra el plusmarquista de la prueba -Crocker. El guión son palabras pegadas a dos biografías y a un enfrentamiento en los 100 mariposa. A Phelps y Crocker.

Cuando Phelps empezaba a agitar al mundo de la natación, allá por 2003, eligió los 100 mariposa como uno de sus mejores terrenos de expresión. En la casa de Crocker. Con un toque premonitorio, Phelps logró el récord mundial y firmó la primera de las muchas ofensas deportivas que los dos nadadores se han dedicado desde entonces. Crocker recuperó la marca. Y Phelps, que todavía era un niño, cogió una revista, arrancó todas las fotos del rival y llamó a su madre, que le sigue en todas las competiciones: "Cuélgamelas en el cuarto", vino a decirle. Phelps no perdona ofensas. Phelps busca motivaciones. Phelps no olvida. El récord todavía es de Crocker, doble campeón mundial. El oro en los 100 mariposa en los Juegos de 2004, de Phelps. Entonces, coincidencia o aviso, el expreso de Baltimore se impuso por un dedo.

Es difícil imaginarse a los dos nadadores compartiendo tiempo libre. Sus personalidades son opuestas, como sus estilos. Crocker, se vio ayer, nada descolgando a sus rivales en los primeros 50 metros. En Melbourne no fue el que mejor salió -su tiempo de reacción fue de 73 centésimas, frente a las 72 de Phelps-, pero nadó el primer tramo como un tiro. Luego vive el segundo regulando. La fórmula no sirve con Phelps. Crocker se encontró ayer con una carrera de dos. Con un esfuerzo agónico. Y lo ganó Phelps. "Creo que los dos tuvimos malos finales", dijo Crocker. "Supongo que el mío fue un poco peor. Sabía que él iría muy rápido. Simplemente estoy encantado de mantener mi récord. Aunque estoy un poco decepcionado".

La afirmación esconde un reto. Crocker afronta de forma peligrosa las decepciones. Es un tipo depresivo. Sólo la rápida intervención de su madre le salvó de entrar en terrenos pantanosos cuando empezó su vida universitaria y se tuvo que enfrentar a la supervivencia en solitario además de a la presión social de las universidades estadounidenses. Tocar la guitarra y Berta, su Buick Rivera del 71, son sus grandes aficiones. A Crocker, que vive para nadar y restaurar coches antiguos, que siente dentro el ritmo melacólico del blues y las letras de Bob Dylan, no le va la marcha. A Phelps sí. Phelps conduce todoterrenos último modelo. Vive en una mansión. Disfruta de las fiestas. Y hoy tiene una oportunidad única: puede ganar el oro en los 400 metros estilos y en el relevo de 4x100 estilos. Puede sumar ocho victorias, ocho oros, en siete días. Una marca insuperable. De película. La marca de Phelps.

Michael Phelps, antes de tomar la salida en la final de los 100 metros mariposa.
Michael Phelps, antes de tomar la salida en la final de los 100 metros mariposa.ASSOCIATED PRESS

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