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Le Pen, convencido de que volverá a pasar a la segunda vuelta

El candidato ultraderechista se beneficia de la preocupación social por la inseguridad

Jean-Marie Le Pen está convencido de que repetirá su gesta de 2002 y el próximo 22 de abril será uno de los dos candidatos más votados y pasará a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. "Francia está en una situación inestable", dijo ayer, y recordó que estos temas han sido desde siempre los de su acción política. Todos los sondeos le sitúan en cuarto lugar, por detrás del conservador Nicolas Sarkozy, la socialista Ségolène Royal y el centrista François Bayrou, aunque apunta una ligera subida en intención de voto.

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Una reñida campaña en el mundo virtual

La irrupción en la campaña de la identidad, la inseguridad y la violencia le beneficia. La encuesta de CSA para Le Parisien daba ayer un 15% al líder del Frente Nacional, muy cerca de Bayrou (19,5%) aunque aún lejos de Sarkozy y Royal (26,5% y 24%, respectivamente). Pero Le Pen no cree en los sondeos ni en los institutos de opinión. Tiene sus razones: ninguno adivinó su hazaña de 2002, y además considera que "tiene prejuicios" respecto a él y mantienen posturas "sesgadas". Por eso tampoco cree que el 6 de mayo -la fecha de la segunda vuelta- su contrincante sea la socialista Ségolène Royal, aunque considera que tanto ella como los otros dos principales candidatos, representan lo mismo: "Las élites políticas que han llevado a la ruina a Francia en los últimos 30 años".

Los últimos brotes de violencia urbana, concretamente la trifulca entre jóvenes y policías en la Estación del Norte de París, le sirven al líder ultraderechista para reivindicar su tesis de que Francia se encuentra al borde de la catástrofe. Ayer, en un encuentro en su feudo de Saint Cloud con la prensa extranjera acreditada en Francia, Le Pen aseguró ayer que lo sucedido el martes en la gran estación ferroviaria parisiense, "muestra que Francia se encuentra en una situación inestable cuya causa es, evidentemente, la emigración en masa y todos los problemas que de ello se derivan: el problema de las escuelas, el desempleo, la vivienda...".

En general, su mensaje electoral ha cambiado poco, por más que su hija Marina, jefa de la campaña, haya querido darle un aire más moderno y abierto. "Son los demás que ahora adoptan mis tesis", recordó. "Ahora dicen que el tema de la seguridad ha irrumpido en la campaña electoral", ironizó. "La semana pasada era la patria, la nación", añadió en referencia a la polémica creada por la propuesta de Sarkozy de crear un ministerio de la inmigración y la identidad, y la sugerencia de Royal de que los franceses aprendan de memoria la letra de la Marsellesa y cuelguen banderas en sus balcones. "Pero todos estos temas están en el espíritu de los franceses, que no tienen ninguna necesidad de que se produzcan este tipo de incidentes para darse cuenta de cuál es la situación del país", aseguró.

Sobre política internacional se mostró partidario de la retirada inmediata de las tropas norteamericanas de Irak, y recordó que él ya estuvo en contra de la primera guerra del Golfo. Sin embargo, ahora Le Pen ya no quiere sacar a Francia de la Unión Europea, sino replantear la construcción de Europa, de una "Europa de las naciones" que encontraría eco, dijo, "en la República Checa y en Polonia". No teme que su llegada al poder pueda desencadenar una reacción en Europa que conduzca a Francia al ostracismo, como fue el caso de la emergencia del líder populista Haider en Austria. "Francia no es Austria", dijo, "y además de ser el segundo país más poblado de Europa se encuentra situado geográficamente en un lugar por el que casi todo el comercio tiene que pasar en su ruta del norte al sur". Y añade: "No hay más que preguntarles a los automovilistas franceses que soportan el tráfico de camiones pesados que, por cierto, atraviesan gratis el país".

Le Pen se presenta en esta elección como el gran valedor de las clases populares, de aquellos que incluso en un determinado momento fueron votantes comunistas, y que ahora supuestamente sufren el abandono del Estado, que dilapida el patrimonio nacional en subsidios y ayudas a los inmigrantes que invaden el país y quitan el trabajo a los franceses de raíz. Su programa hace una clara diferencia entre "los franceses" y "los extranjeros". A los primeros les concede la prioridad en cuanto a empleo y vivienda y la exclusividad en las ayudas y prestaciones familiares. A los segundos les aplica un aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social de un 35%, si quieren beneficiarse de la sanidad pública y el seguro de desempleo.

Le Pen muestra su programa electoral durante la rueda de prensa de ayer en Saint Cloud, cerca de París.
Le Pen muestra su programa electoral durante la rueda de prensa de ayer en Saint Cloud, cerca de París.REUTERS
EL PAÍS

¿Móvil o fijo?

Hasta seis institutos de opinión publican encuestas cada semana. Están hechas por teléfono y su credibilidad está a la baja. No sólo son los errores del pasado, también que sus cálculos no tienen en cuenta los cambio sociales. Un ejemplo: se pregunta sólo a ciudadanos con teléfono fijo, cuando un 30% de los franceses sólo tiene móvil. Otro: los encuestadores no han introducido en sus muestreos a los nuevos votantes ni a jóvenes de barriadas conflictivas.

Las cifras varían, pero las tendencias se mantienen. Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal se hallan a la par en torno al 27%, aunque uno de los institutos le da al primero por encima del 30% y a Royal en un 28,5%. El centrista François Bayrou ha visto cómo su fulgurante ascenso se detenía e incluso se desinflaba, pero mantiene una intención estable de voto en torno al 20%. El ultraderechista Jean-Marie Le Pen repunta y se sitúa en un 14%-15%. Por detrás nadie supera el 3%.

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