Un talibán murió en un nuevo ataque frustrado contra las tropas españolas

El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, aprovechó ayer su comparecencia en el Congreso, donde acudió a informar de la muerte de la soldado Idoia Rodríguez Buján, el pasado 21 de febrero en Afganistán por la explosión de una mina, para dar cuenta de un nuevo y frustrado ataque. Se produjo el 15 de marzo, en la provincia de Farah, la más meridional de cuatro donde opera el contingente español, y no tuvo consecuencias. Al menos, para los soldados de la OTAN.

Según reveló el ministro y detallaron luego fuentes militares, dos presuntos talibanes, a bordo de una motocicleta, adelantaron a un convoy de blindados españoles que circulaba en dirección a la Ring Road, la carretera que circunvala Afganistán, de regreso a su base de Herat. La motocicleta se detuvo en un puente y, cuando la cabecera del convoy estaba a unos 200 metros, explosionó el artefacto que manipulaban, falleciendo el conductor y resultando herido su acompañante. Se trataba, agregaron las mismas fuentes, de una bomba trampa, compuesta por un proyectil de artillería y una carga, disimulados con un saco.

Fue sólo uno de los numerosos incidentes que han jalonado el invierno más sangriento en Afganistán desde la caída del régimen del mulá Omar en 2001. Alonso detalló que, sólo en el mes de febrero, se han producido 228 ataques en el sur del país, 101 en el este, 21 en el oeste y 11 en el norte. Por tanto, el oeste (donde hay tropas españolas e italianas) sigue siendo una de las zonas más tranquilas (sólo detrás del norte, donde están los alemanes), aunque proporcionalmente su deterioro es de los más acelerados, pues los episodios de violencia se han duplicado.

Se da la circunstancia paradójica de que la mina anticarro que mató a Idoia Rodríguez, "muy potente y de las más peligrosas", en palabras de Alonso, era una TC-6, de fabricación italiana.

Nota del general Sanz

El ministro admitió que en Afganistán hay un "alto nivel de inseguridad" y añadió que se trata de "la más dolorosa de nuestras misiones", en alusión a la muerte de 82 militares españoles desde 2002. Pese a ello, insistió en que, "hoy por hoy, el aumento de efectivos no es necesario" y en que "las medidas de seguridad [de las tropas] son suficientes".

"No hay ninguna discrepancia en el Gobierno ni mucho menos con los mandos militares", aseguró Alonso, en respuesta al portavoz del Grupo Popular, Fernando López-Amor, quien aludió a sus diferencias con el presidente del Gobierno y a los informes del Ejército en los que se reclama el aumento de efectivos. "El propio jefe de Estado Mayor", zanjó el ministro, "me informó de que no era necesario el aumento de tropas".

Alonso aludió, al igual que hizo públicamente el propio Rodríguez Zapatero, a una nota del jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz Roldán, fechada el 6 de marzo, en la que éste concluía que no era imprescindible aumentar los 690 soldados para reforzar su seguridad.

Fuentes militares matizaron ayer que la nota del Estado Mayor de la Defensa se refería a la situación existente el 6 de marzo, antes del inicio de la primavera, y que el informe concluía advirtiendo de que habría que adoptar nuevas medidas si proseguía el deterioro de la seguridad. En todo caso, subrayaron las mismas fuentes, el objetivo de las tropas españolas no es garantizar su seguridad, sino la de la población.

López-Amor sugirió que se pida de nuevo el respaldo del Congreso a la misión en Afganistán -se votó por última vez en mayo de 2006- porque la situación actual "excede claramente de la autorización que se le dio al Gobierno". Gaspar Llamazares, de IU, volvió a reclamar un calendario de retirada de las tropas.