Murado: "Israel impone un estado de 'apartheid' a los palestinos del que el muro apenas es un símbolo"

"Lo que procuro en La segunda Intifada no es más que dotar de contextualización y de cierta lógica narrativa los acontecimientos recientes del conflicto palestino-israelí", explica Miguel Anxo Murado. El escritor lucense, nacido en 1965, presentó en Santiago de Compostela su último libro, La segunda Intifada. Historia de la revuelta palestina, con el que pretende "convertir en historia aquellos hechos que vivió como periodista". Murado trabajó durante dos años en Ramala y Belén con las Naciones Unidas y entre 2000 y 2003 cubrió la Intifada palestina para diversos medios de comunicación.

"Al respecto de la situación palestina, existe mucha cháchara y poca información", considera Miguel Anxo Murado, "y una excesiva concentración en hechos que evita una explicación del contexto". Para Murado, esta puesta en escena pasa por reconocer que la revuelta palestina iniciada en el año 2000 "es consecuencia del mal diseño del proceso de Oslo, que quedó en manos de Israel y con una comunidad internacional desentendida". Y añade: "La sociedad israelí escora hacia la extrema derecha y establece un estado de apartheid sobre los palestinos del que el muro apenas es un símbolo". El autor de Ruído. Relatos de guerra asegura que son las Naciones Unidas las que afirman la existencia en Israel de "un estado de colonización y apartheid".

Murado opina sobre el "carácter defectuoso" de la democracia en Israel. "La única nacionalidad que existe en Israel, por ejemplo, es la judía y un árabe-israelí tiene vedado el acceso al 93% del territorio, que se encuentra bajo dominio militar", dice. El escritor ilustra el paralelismo de Israel con el régimen sudafricano durante los años ochenta: "Israel, como Sudáfrica, ni siquiera pretende la asimilación del colonizado, sino su anulación". "Denominar democracia a Israel resulta una exageración". Murado también se refiere a la corrupción de la Autoridad Palestina. "Es cierto que existió corrupción en la época de Arafat, pero Israel no resulta el mejor contraejemplo; todos sus primeros ministros desde Ben-Gurion fueron procesados por corrupción".