La diva Derbi
De no ser por el tamaño de las máquinas, cualquiera hubiera dicho que la carrera del cuarto de litro disputada ayer en el circuito de Jerez era una típica manga de 125cc, con sus espectaculares adelantamientos y la incerteza del resultado, pendiente de un hilo hasta la misma línea de llegada. En cambio, la clase pequeña fue justamente todo lo contrario, marcada por el dominio casi absoluto del húngaro Gabor Talmacsi -enrolado esta temporada en las filas del equipo de Jorge Martínez Aspar-, que se erigió en líder desde los primeros compases de la prueba y la dominó de cabo a rabo. Sólo pudo inquietarle la Derbi de Lukas Pesek, el único que se había mostrado capaz de seguir su ritmo de carrera. Tras diversos intentos logró superarlo en la última vuelta, pero en el sprint final sobre la recta de meta Talmacsi aprovechó el rebufo de la moto del checo, estrujó al máximo el acelerador y consiguió hacer pasar su Aprilia bajo la bandera de cuadros en primer lugar.
El segundo puesto de Pesek -y su tercer lugar en el pasado Gran Premio de Qatar- confirman el buen momento del joven piloto checo y la eficacia de su moto, pero no pueden ocultar un hecho incontestable, y algo triste para tantos aficionados españoles: bajo el carenado de la máquina apenas queda nada de Derbi. En efecto, tras cuarenta y cinco años de presencia en el Mundial la marca catalana ha dejado de participar con su equipo oficial desde esta temporada. Fagocitado por la estructura deportiva del grupo Piaggio, lo hace de forma interpuesta a través del Valsir Seedorf -escudería privada italiana, propiedad del futbolista Clarence Seedorf- alineando unas motos que -al igual que ocurre con la Gilera- no son sino Aprilias decoradas con unos discretos adhesivos en los que pone Derbi.
La trayectoria de la fábrica de Martorelles en la máxima escena deportiva internacional es, con todos sus altibajos, de las que dejan huella: diez campeonatos mundiales de pilotos, ocho subcampeonatos, ocho títulos de constructor y cinco subtítulos, con casi un centenar de victorias en Grandes Premios. De las tres etapas de Derbi en el Mundial la tercera y última, que se inició en 1999, es la que quizás deja un sabor más agridulce, por lo que pudo haber sido y no fue.
Hoy se ha convertido en otro brazo del gigante Piaggio. Tampoco hay que darle muchas vueltas: es el destino natural de muchas marcas de glorioso pasado. Sanglas fue absorbida por Yamaha hace mucho tiempo; Montesa quedó bajo el paraguas de Honda; Ducati se hubiera hundido de no haber sido adquirida por un grupo financiero americano; Benelli ya está en manos chinas... Seguramente debe ser el precio a pagar por el rinascimiento de la industria automotriz italiana, aunque no deja de resultar curioso ver a la Yamaha de Valentino Rossi patrocinada por... Fiat. Si esto fuera una ópera de Giuseppe Verdi el libreto lo firmaría Calixto Bieito.
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