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Reportaje:La batalla eléctrica

La energía del constructor

José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona, quiere dar el gran salto de la familia empresarial con la toma de control de Endesa

Miguel Ángel Noceda

La madrugada de ayer, José Manuel Entrecanales, llegó a casa cansado después de un día lleno de reuniones. Apenas durmió. A primera hora de la mañana ya estaba en pie de guerra en el despacho de la presidencia de Acciona, en el cercano parque empresarial de La Moraleja. Pidió un café con leche y ojeó la prensa, en la que era uno de los protagonistas: Acciona y la eléctrica italiana Enel preparaban una oferta sobre Endesa para quitársela a la alemana E.ON. Un nuevo capítulo de la larga pelea por el control del primer grupo eléctrico español, a la que Acciona se incorporó en otoño con intención de mandar. Ahora, se ha metido en un atolladero de imprevisible salida tras decidir la CNMV aplazar cualquier oferta competidora seis meses para igualarla a E.ON.

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José Manuel Entrecanales Domecq, madrileño de 44 años, pertenece a la tercera generación de la familia empresarial, ese temido tercer escalón en el que muchos imperios se rompen. Los Entrecanales parecen mantener la unidad y si sus ascendientes crearon una gran constructora, a él le toca demostrar que puede dar el gran salto histórico con la toma de control de Endesa. De momento, en los tres años que lleva de presidente, ha multiplicado por cuatro el valor en Bolsa hasta los 10.300 millones.

En el asalto a Endesa, le costó lanzarse, pero cuando se decidió lo hizo para ganar. Prefiere el poder, aunque si no, será dinero. Pero, José Manuel Entrecanales se trabajó su ascenso a presidente del grupo en el que su familia posee el 60% y ésta es su oportunidad.

De buena presencia, tiene hechuras de gentleman, proveniente seguramente de su educación en un colegio inglés. Nada amigo de radicalismos, apenas muestra las emociones, aunque sus cercanos aseguran que es muy cariñoso y leal, y que el cargo le ha hecho más responsable y sensato. Marca un ritmo de trabajo enorme. Casado con la santanderina María Carrión, tiene cuatro hijos que también han seguido el camino de Inglaterra para sus estudios. Es asiduo de Sotogrande, donde practica el golf (es handicap 6, lo que da mucho respeto) y el polo (el apellido Domecq impone aficiones) y, en menor medida, a Cantabria. Se le vinculó al intento de Carlos Sainz de presidir el Real Madrid, aunque apenas le gusta pisar el palco del Bernabéu. Prefiere su box.

Viene de una familia ilustrada y empresarial por varios costados. Su bisabuelo era un médico cántabro casado con una bilbaína de apellido Ibarra, cuyo hijo, José, se casó con una descendiente de Gumersindo Azcárate, lo que les ha dado esa casta de intelectual liberal heredada de la Institución Libre de Enseñanza. José Entrecanales Ibarra, catedrático de cimientos y puentes, fundó, con Manuel Távora, la constructora que fue el inicio del grupo actual en 1931. Durante la Guerra Civil fue detenido por el bando franquista junto a su cuñado Justino Azcárate, pero al contrario de éste, fue puesto en libertad a los cinco días. "Es que yo estoy en el fondo de la caverna a mano derecha", le dijo Entrecanales, que nunca se había metido en política, pero que, evidentemente, tenía sus influencias.

Fue una declaración de principios que ha marcado la trayectoria de los Entrecanales y que vale para la clase empresarial si se quiere llegar a la élite. Aquel Entrecanales dejó paso a sus hijos al frente de la compañía al final de la dictadura. José María, como presidente, y Juan, como vicepresidente, formaron un tándem bien avenido con la prédica de ser políticamente correctos, alejados de los primeros planos, aunque se les ligó a la denominada beautiful people que floreció en la época de Felipe González.

Cuando a José María Entrecanales le preguntaron qué le parecía el ministro de Fomento del PP, Francisco Álvarez-Cascos, respondió con una sabiduría proverbial: "Me parece el mejor hasta que llegue el próximo". Es la filosofía del grupo, y del sector, estar bien con el poder, que da las obras públicas.

El actual jefe de los Entrecanales, que sustituyó a su padre tras un accidente de caballería, ha aprendido bien la lección de sus mayores. La etapa que le ha tocado hacerse fuerte coincide con el Gobierno socialista, lo que no le ha granjeado buen cartel en la derecha, que le tacha de haber cedido a las presiones del Ejecutivo para hacer frente a E.ON. Es verdad que mantiene una relación muy cercana a La Moncloa, comenzada con Miguel Sebastián. Pero sabe guardar las distancias y si tiene que echar una mano al alcalde de Madrid para terminar las obras de la M-30 antes de las elecciones, pues ahí está cumpliendo los compromisos.

Es acérrimo del desarrollo sostenible (promocionó en España el documental de Al Gore Una verdad incómoda) y ha basado gran parte de su propaganda en ello. En 2005, tiró la casa por la ventana con una campaña de imagen en la que compró la publicidad de casi todos los medios. Pero antes de entrar en energía lo hizo en telecomunicaciones (participó en la creación de Airtel, de la que fue presidente y cuya venta a Vodafone generó unas plusvalías de 2.500 millones). Con el pelotazo de Airtel, la venta del 10% que tenía en FCC, empresa que su padre quiso controlar, y el dinero que le prestó el Banco Santander ha podido respaldar la entrada en Endesa. Precisamente, se lleva muy bien con Emilio Botín, pero no así con Francisco González, presidente del BBVA. Los Entrecanales no olvidan que FG provocó la salida de Juan Entrecanales del consejo del banco al no eximirle de las cuentas secretas.

SCIAMMARELLA
SCIAMMARELLA

Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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