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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

Un 'tédax' declara que las tres bombas que no estallaron en los trenes eran idénticas

El agente que desactivó el artefacto en Vallecas asegura que no se parecía a los de ETA

"Era blanco y en botella". Así de gráficamente explicó el Operador número 1, es decir, el artificiero que desactivó la bomba de la Comisaría de Vallecas hallada en El Pozo, que las tres bombas del 11-M que no llegaron a estallar en los trenes tenían una estructura similar y los mismos elementos: teléfono, cables azul y rojo y una masa gelatinosa dentro de una bolsa de plástico. "Estaban preparadas para estallar, como todas las demás, pero seguramente fallaron porque los empalmes no los habían asegurado con cinta", destacó. En su opinión, dos personas diferentes fabricaron las bombas.

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"Desde mi punto de vista", declaró el Operador número 1, "no es probable que las bombas las hiciera una sola persona, porque la forma de utilización del móvil para activar los artefactos es sencilla pero muy ingeniosa, y eso no cuadra con el empalmado de los cables. Es decir, que da la sensación de que alguien elaboró la parte del teléfono móvil, porque está muy bien confeccionada y eso no cuadra con la pequeña chapuza de no encintar los cables, no es lógico. Por eso, como técnico, me da la impresión de que hubo dos manos. Alguien hizo los teléfonos y alguien recibió instrucciones para simplemente empalmar los cables, olvidando un detalle fundamental como es encintar los cables para que no se soltasen".

El testigo señaló que probablemente el que confeccionó la parte de los teléfonos era un experto en telefonía móvil "porque sabía muy bien lo que hacía, porque era muy ingenioso".

El Operador número 1 dijo que el artefacto de Vallecas "era una bomba absolutamente diferente". "De hecho, yo nunca había visto una bomba similar. Ni yo ni mis compañeros. Era una bomba muy curiosa, sencilla en su confección, pero muy ingeniosa, y desde luego no se corresponde con las que utilizan otros grupos terroristas de carácter autóctono aquí en España [en clara referencia a ETA]. De la información del exterior nos llega que se confeccionan artefactos muy similares en países de Oriente Medio, pero era completamente diferente a los que nosotros conocemos. Me sorprendió mucho que el teléfono estuviera apagado y que los cables no estuvieran encintados".

El testigo dijo que cuando desactivó el artefacto en el Parque de Azorín -para no tener que desalojar las casas colindantes con la comisaría- metió la mano en la masa gelatinosa, para tratar de saber de qué se trataba. "Introduzco el dedo, lo impregno y lo olfateo, y el olor era de dinamita", aseguró el artificiero. "Y era de dinamita porque tiene un olor característico y nosotros lo identificamos perfectamente. Es el olor de las almendras amargas. Por eso dije que era dinamita, aunque no puedo decirle qué tipo de dinamita, eso queda para los análisis posteriores", precisó. También señaló que el artefacto tenía unos 600 gramos de metralla.

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Precisamente la metralla en otro de los artefactos encontrados en El Pozo fue objeto de controversia en el juicio. El denominado Operador número 2 que intentó desactivar una mochila bomba que se encontraba en el vagón número 3 del tren de El Pozo y que estalló al tratarlo con agua a presión, afirmó que el artefacto llevaba metralla. E1 testigo había afirmado que al abrir la mochila sólo vio el teléfono móvil, las rabizas del detonador y la bolsa de basura azul con un lazo amarillo que contenía el explosivo, pero no dijo que lo había abierto, por lo que la fiscal Olga Sánchez quiso saber cómo sabía que llevaba metralla. El técnico señaló que al intentar la neutralización de la bomba, hizo explosión y dejó un cráter de medio metro y el vagón número 3 -intacto hasta entonces- apareció cubierto de clavos incrustada.

Los Tedax que declararon ayer insistieron en que revisaron todos los bultos en todos los trenes y que no encontraron más bombas que las dos que trataron de desactivar en los andenes de Atocha y El Pozo. La hipótesis que se baraja es que en la confusión del momento, con muertos y heridos por todos lados, algún agente empezó a trasladar los efectos de los fallecidos directamente, pero los Tedax no admiten que se les pudo pasar por alto.

Durante la sesión de ayer también declaró Luis Garrudo, el conserje de Alcalá de Henares que vio a tres individuos junto a la furgoneta Renault Kangoo -supuestamente utilizada para transportar las mochilas bomba desde la finca de Chinchón hasta los trenes- que le inspiraron sospechas porque iban demasiado abrigados en un día que no hacía frío. También comparecieron varios policías que inspeccionaron la furgoneta tras el aviso de Garrudo e incluso un guía canino, de baja por depresión tras la muerte de su perra, precisamente el animal que olfateó la parte trasera de la Kangoo. Entre todos certificaron la cadena de custodia de la furgoneta y su contenido, lo que desmonta una de las partes de la teoría conspirativa, según la cual manos oscuras -aunque nunca se precisa a quien pertenecen- colocaron los detonadores y la cinta de versos coránicos en el vehículo para dirigir la investigación hacia los islamistas.

Croquis hecho por la policía de la mochila bomba encontrada sin explotar en la estación de El Pozo.
Croquis hecho por la policía de la mochila bomba encontrada sin explotar en la estación de El Pozo.TVE / EFE

Encapuchado a las siete de la mañana

La mañana del 11 de marzo no era tan fría como para que aquel joven que merodeaba junto a una Renault Kangoo fuera tan abrigado. El detalle levantó las sospechas de Luis Garrudo, el conserje de un bloque de viviendas frente al que estaba aparcada la furgoneta. "Yo sospeché porque iba totalmente tapado y en la calle no hacía tanto frío. El encapuchado cogió un bolso y una mochila y se fue hacia la estación, pero ya no vi más. Es que no es normal ver a una persona encapuchada a las siete de la mañana". Luego, cuando supo de la matanza, ató cabos y le contó su sospecha al presidente de su comunidad, que fue quien contactó con la policía.

Garrudo explicó que contempló esa escena a las siete de la mañana. El conserje vio que la furgoneta tenía las puertas traseras abiertas y que en el interior del vehículo había otras dos personas, uno de los cuales "se estaba poniendo un gorro". Los portones estaban abiertos, "porque estaban cogiendo las mochilas, yo creí que cogió una bolsa y una mochila". De este último detalle, se corrigió, no estaba muy seguro.

La primera impresión que tuvo, dijo en la vista, "es que no eran españoles". Lo que ya no vio Garrudo es si los sospechosos entraban o no en la estación. "Yo al encapuchado lo seguí como 20 metros y cogió la calle de la estación, pero yo no lo vi entrar porque ésa no era mi misión". Garrudo tuvo una respuesta muy tajante. "¿Le han dicho a usted lo que tiene que decir?", le interrogaron. "No, ni que se le ocurra a nadie, además, ¿eh?", replicó el portero.

Un policía de la Brigada de Información que acudió a la zona habló con Garrudo y le dio todo el crédito.

El furgón fue luego revisado por los guías caninos y otros agentes, que no hallaron en su interior, coincidieron, "nada que llamar la atención, ningún objeto que pareciera peligroso". De hecho, ninguno de los agentes actuantes en Alcalá de Henares parece querer saber nada de la Kangoo y su contenido. Ninguno de ellos, además, reconoció haber visto el Skoda Fabia localizado tres meses más tarde y que, supuestamente, estuvo aparcado en la puerta de un colegio público sito en la misma calle.

De hecho, este mismo agente testificó que no se comprobaron las matrículas de los coches aparcados en las inmediaciones de la estación.

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