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Crónica:LA CRÓNICA | NACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

El creciente poder de Aguirre

La presidenta de la Comunidad de Madrid eleva su influencia en el PP

Soledad Gallego-Díaz

Un sector del Partido Popular contempla con cierta preocupación la posibilidad de que Esperanza Aguirre se esté reforzando "demasiado" en el seno del partido, con niveles de popularidad por encima de la media de los dirigentes populares más importantes.

En el PP todo el mundo está, obviamente, satisfecho por el resultado de la manifestación anti- Zapatero de la semana pasada y por el reforzamiento interno del liderazgo de Mariano Rajoy. Todo el PP desea, también obviamente, una victoria de Aguirre en las elecciones del próximo mes de mayo para la presidencia de la Comunidad de Madrid. Pero esa satisfacción no oculta una cierta inquietud ante el hecho de que Aguirre se aproveche de "un estado de ánimo, enfadado, de las clases medias madrileñas para afianzar su imagen y su poder personal dentro de la dirección popular", según explica un diputado que reconoce no sentirse muy próximo al ultraliberalismo de la presidenta madrileña.

Sectores populares se inquietan ante el creciente papel y las posibles exigencias de Esperanza Aguirre respecto a listas electorales para 2008

Para los dirigentes populares menos admiradores de Aguirre, su estrellato, potenciado por las continuas manifestaciones que se celebran en Madrid contra el Gobierno socialista, puede terminar convirtiéndose en una fuente de problemas. Aguirre, mantiene otro destacado militante popular, prestará sin duda todo su apoyo a Rajoy en las próximas elecciones generales, pero también puede plantear compensaciones a cambio, situando a sus mejores peones en las listas electorales. "Si Rajoy pierde las elecciones, la presidenta de Madrid tendrá gente bien situada para participar en la lucha interna por un nuevo reparto de poder, y si gana, podrá defender su posición e influencia dentro del Gobierno", explica ese mismo experto.

En mayo se celebran elecciones autonómicas en todas las comunidades menos en las históricas (Cataluña, Galicia, País Vasco y Andalucía), al mismo tiempo que las elecciones municipales. Con el resultado de las autonómicas no es posible analizar la relación de fuerzas entre PP y PSOE, dado que están excluidos precisamente todos los territorios en los que los socialistas han sido siempre más fuertes.

Cualquier análisis general tendrá que centrarse en las elecciones municipales, que tienen características propias, pero que normalmente ayudan a identificar las tendencias del electorado. En 2003, en plena guerra de Irak, el PP no sufrió ninguna debacle, pero la tendencia, aunque por pocos votos, marcó ya en dirección al PSOE: unas 120.000 papeletas de diferencia.

La campaña municipal, que arrancará tras las vacaciones de Semana Santa (4-5 de abril), estará condicionada por lo que haya ocurrido con las candidaturas próximas a Batasuna. Si la "vigilancia" a la que aludió esta semana el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, cortocircuita el camino de los abertzales hacia los ayuntamientos, "hasta nosotros, en el PP, tendremos que reconocer que el proceso de paz está completamente paralizado", admite un dirigente autonómico popular. ¿Cambiaría eso la estrategia del PP? Prácticamente nadie en el PP piensa que su partido vaya a cambiar de posiciones, pase lo que pase de aquí a las generales y haga lo que haga el Gobierno.

Paritarias

Las elecciones de mayo serán las primeras en la historia en la que todos los partidos estarán obligados a presentar listas electorales paritarias, en virtud de la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de mujeres y hombres que se aprobó el pasado jueves. El escaso debate social provocado por esa ley, la relativa repercusión mediática que ha alcanzado, pese a su gran importancia y trascendencia, puso de manifiesto, una vez más, la dificultad del Gobierno para marcar la agenda y la dificultad de algunos ministros para ocupar espacio político.

La cuestión es todavía más llamativa en este caso porque la ley ha sido elaborada y preparada por el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, que fue portavoz parlamentario del PSOE y a quien nadie niega una fuerte vocación política.

"La desaparición de Caldera en el Ministerio de Trabajo ha sido, probablemente, una de las demostraciones más claras de lo que nos ha fallado en estos años: no hemos ocupado el escenario con más protagonistas políticos, no hemos sacado beneficio de la presencia de los ministros con capacidades políticas", se lamenta un diputado socialista. Su queja está bastante extendida en medios del PSOE, no tanto en la organización autonómica, donde la presencia de los políticos ha sido mayor, sino en la organización nacional, donde muchos socialistas creen que la presencia política ha quedado en demasiadas pocas manos.

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