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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mover los hilos

Jordi Gracia

Decir Ricardo Muñoz Suay es decir tantas cosas de los últimos setenta años que el primer mérito de la biografía de Esteve Riambau (Barcelona, 1955) es haber pensado en hacerla, el segundo haber ganado el derecho de consulta y de uso de la ingente correspondencia del autor y el tercero haber emprendido excursiones que nos alejan algo de él pero nos acercan a personajes como Domingo Dominguín, el Calafell de Carlos Barral o al Jorge Semprún nimbado de actor y héroe clandestino, amigo y enemigo. El capítulo que lo tiene de protagonista es el mejor. En él se acumulan las virtudes del libro, incluso las no sistemáticamente perseguidas: construir las resonancias domésticas de la vida en una familia que en 1953 refugia a Semprún, o Federico Sánchez, y lo hace desde la plena conciencia militante del comunismo de posguerra, tras vivir oculto y en la cárcel después él mismo.

RICARDO MUÑOZ SUAY. UNA VIDA EN SOMBRAS

Esteve Riambau

Tusquets. Barcelona, 2007

614 páginas. 25 euros

No es que la abundancia de

extensas y frecuentes citas del libro se le escape al autor, ni que no sepa podarlas, es que es el método escogido: frente a la síntesis interpretativa y selectiva, ha apostado por ofrecer la voz de los protagonistas, y ese método engendra demasiadas desventajas. Cuando las citas recogen las entrevistas a muchos de ellos regresa el interés y la tensión de la lectura, y el libro sigue dejando en manos del lector la interpretación de los materiales porque Riambau ha renunciado prácticamente siempre a esbozarla. O lo hace con una sutileza excesiva, como sucede con lo que es el leitmotiv del libro, la frase mover los hilos que tantas veces sirve para explicar al protagonista.

Es abundante la información de detalles y gestiones, conflictos y pugnas y rencillas que el método propicia, y se resuelve bien el reparto de materias y tramos cronológicos en los capítulos. Recorre los avatares de su biografía cuando es un joven ligado a Santiago Carrillo y Manuel Tuñón de Lara en la guerra, cuando es un ex presidiario metido en el mundo del cine con Bardem y Berlanga (también con un falangista raro como Fernández Figueroa y ya con Ezcurra como impulsor de Objetivo y después Nuestro cinema), cuando sigue siéndolo con algunos más jóvenes, como los que soplan el fantástico globo de la Escuela de Barcelona (que Riambau contó con Casimiro Torreiro en un estupendo libro de 1999) y todavía cuando la democracia lo acerca a otros medios con raras tutelas opusdeístas y termina dirigiendo la Filmoteca de Valencia con el Gobierno del PP: el abandono del PCE entre 1961-1962 anduvo mezclado de conflictos empresariales, amenazas, recelos y dilaciones. Olvidamos que si el franquismo prolongó la guerra durante la larga posguerra, a la fuerza hubo de actuar con criterios de guerra la única oposición clandestina que lo combatía entonces. Quizá a ese capítulo podría aportar cosas la fuente documental que no ha podido usar el autor, los diarios de Muñoz Suay muy episódicamente citados.

Los detalles muchas veces

son una fiesta porque hablamos de la fabricación casera de películas como Una pareja feliz (1951), o de la constitución de las Conversaciones de Salamanca de 1955, o de sus relaciones con Luis Buñuel, y la escandalera de Viridiana, con el consiguiente final de la productora Uninci. Y hay fragmentos antológicos, y algo inesperados, como la página que dedica a Carlos Barral escribiendo sobre sus memorias, o informes políticos como el que destina Semprún en 1953 al Comité Central del PC explicando el criterio de Muñoz Suay sobre la vehemencia antifranquista de algunos elementos del SEU, "y en ellos comienza a ejercer atracción la Unión Soviética y el comunismo". Lo cual quizá explicaría que años después -y no demasiado bien orientado- Joaquín Jordá buscase en Sánchez Ferlosio y Carmen Martín Gaite un puente de contacto con los comunistas: "Si lo que buscas es otra cosa, él no sabe nada", le dijo Martín Gaite a Jordá, pero Jordá llegó a puerto, porque a veces las cosas van así, como cuando Muñoz Suay informó sobre una película a la Semana Crítica de Cannes y sin haber visto Dante no es únicamente severo clavó la peli imaginándola hija del "surrealismo elegante catalán".

Ricardo Muñoz Suay (Valencia, 1917-1997), en 1988.
Ricardo Muñoz Suay (Valencia, 1917-1997), en 1988.JORDI VICENT

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Sobre la firma

Jordi Gracia
Es adjunto a la directora de EL PAÍS y codirector de 'TintaLibre'. Antes fue subdirector de Opinión. Llegó a la Redacción desde la vida apacible de la universidad, donde es catedrático de literatura. Pese a haber escrito sobre Javier Pradera, nada podía hacerle imaginar que la realidad real era así: ingobernable y adictiva.

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