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Juicio por el mayor atentado en España
Columna
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Mujeres al borde del 'tercer grado'

Razón lleva el obispo Jesús Sanz cuando dice que el atentado del 11-M es una "maraña confusa" -¿qué operación terrorista no lo es a la hora de ser probada en juicio oral, como el que se desarrolla en la Casa de Campo con todas las garantías?-, pero su pastoral del tercer aniversario de la matanza es una escena más propia de conspiraciones estilo El nombre de la rosa cuando a renglón seguido levanta desde su púlpito el dedo acusador para azuzar la sospecha contra el Gobierno, poniendo su grano de arena a favor de los conspiradores.

Precisamente, la sesión de ayer, con varias mujeres víctimas de la masacre que han declarado como testigos protegidos, subraya las dificultades de la prueba, en este caso la identificación de los presuntos autores. Esa maraña confusa es la que un juez instructor, y una fiscal han investigado; esa maraña confusa es la que tres magistrados intentan ahora desenredar. Que se lo pregunten si no al presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez.

Si el obispo de Jaca y Huesca, antes de volver a señalar con el dedo, lo solicita, el coordinador de medios del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Berbell, puede conducirle ante Gómez Bermúdez para que pueda hacerle las preguntas pertinentes durante una visita a la sala. Una sala de juicio que vivió ayer una de las jornadas más difíciles y a la vez más tensas en la práctica de las pruebas. Una cosa es reconocer a un presunto autor o acusado en una rueda de conocimiento y otra distinta en la sala de juicio oral.

Con todo, dos mujeres se han mantenido fieles a su versión anterior, durante la fase de instrucción, al confirmar que el acusado Jamal Zougam entró con una mochila -en este caso sí, una mochila- en el tren y abandonó el compartimento para entrar en otro. El relato fue convincente. Ambas iban a su trabajo en Majadahonda. La primera testigo dijo que miró el rostro de la persona porque éste pasó a su lado y la golpeó con un costado de la mochila. No le pidió perdón. "Iba como un loco". La señora, mosqueada, le siguió con la mirada y vio, a pocos metros, que el personaje, Jamal Zougam, empujó también a otro señor, que estaba leyendo un libro. Una compañera de esta víctima-testigo protegido también observó, según relató ésta, todo lo ocurrido.

El abogado de Zougam, que intentó someter a la víctima-testigo protegido a un tercer grado verbal -intento que el presidente Gómez Bermúdez abortó sin piedad hacia el letrado y con ternura para la víctima-testigo protegido- preguntó cómo era posible que la presunta compañera que había presenciado la escena no estuviera allí, en el juicio oral, algo que era claramente impertinente. Pero sin saberlo tuvo una premonición: ¡la compañera esperaba en ese mismo momento turno para prestar declaración también como víctima-testigo protegido! Por supuesto, ratificó la versión que acababa de relatar su predecesora ante el tribunal.

Si Gómez Bermúdez puede ser implacable a veces es porque ha dado pruebas de garantizar el más amplio ejercicio del derecho a la defensa de los acusados; en suma, el derecho a un juicio justo. Los letrados de la defensa así lo entienden aunque, como es normal, siempre haya personas que confirman y dan fe de la tremenda imperfección del genero humano. Someter a prueba a una víctima-testigo es algo que está dentro de las reglas de juego; destruir su credibilidad con mofa y sembrar la duda sobre su presunta compra por parte de la Fiscalía y la Policía es otra.

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Otra víctima-testigo rectificó y afirmó que no vio al acusado Basel Gahlyoun en uno de los trenes sino a uno de los presuntos terroristas, Daoud Ouhnane. Ya el juez Juan del Olmo había dado poca credibilidad a este testimonio. La Justicia funciona así. Otro testigo, Ibrahim Allfalah, explicó las relaciones entre su hermano Mohamed, huido, y los suicidas de Leganés. Y confirmó un dato relevante. Se encontró al acusado Abdelmajid Bouchar, el atleta, el día 3 de abril de 2004, el de la explosión de Leganés. Bouchar le confió que al ver a la policía se escapó. Desde la pecera, Bouchar, con sudadera blanca, inmaculada, mueve sus ojillos de derecha a izquierda.

Una testigo declara sobre Zougam.
Una testigo declara sobre Zougam.SCIAMMARELLA

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