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Reportaje:

El vestuario del Madrid reivindica el toque

"Hemos demostrado que así podemos ganarle a cualquiera", dice Guti

Diego Torres

Puede que el clásico del Camp Nou no decida la Liga. Pero el vestuario del Madrid ya no volverá a ser el mismo. La doctrina de Capello ha sufrido un duro varapalo. Las viejas costumbres recuperan terreno en la misma medida en que Cannavaro y Emerson lo pierden. En esa clave hay que escuchar a Guti, capitán e ideólogo de la reacción. "El Madrid juega al toque", dijo ayer, en un acto de sutil subversión. "Como siempre".

Las palabras de Guti fueron mucho más que una declaración de intenciones. Tuvieron el aplomo natural de las confesiones. Ahí estaba la verdadera identidad del equipo, al fin y al cabo. "Al toque es como mejor jugamos y hemos demostrado que de esta manera podemos ganar a cualquiera", apostilló.

Capello decía en octubre que "tocar" se hace en muy pocos sitios y que es un fútbol del pasado
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Las cosas han cambiado mucho desde que Capello expuso su verdadero yo en aquella entrevista concedida a Canal+, el pasado octubre. "Tengo por costumbre ver muchos partidos de Brasil y Argentina", dijo; "y eso de tocar es muy antiguo y se hace en muy pocos sitios. El toque-toque-toque-y-toque ya es ex fútbol".

Ahora Capello sabe que no puede entrar al vestuario con ese discurso. Después del fracaso de Múnich, y, sobre todo, después del empate en Barcelona (3-3), su papel ha quedado empequeñecido. Hace cuatro meses, Capello era el hombre fuerte del Madrid. Ahora, su posición es volátil. En la misma medida en que el entrenador pierde poder, los jugadores lo recuperan. No se trata de Emerson ni de Cannavaro, incapaces de adaptarse. Se trata de Guti, de Helguera, de Sergio Ramos, de Raúl y de Salgado, que han tomado la iniciativa con la ayuda de Van Nistelrooy, de Torres, de Gago y de Higuaín. Como dijo Salgado: "Del Camp Nou el grupo salió fortalecido".

Hasta hace unos días, el vestuario del Madrid no alimentaba los humos de otros años. Desde hace varias temporadas los jugadores entraban y salían con escepticismo. Cada uno por su lado. Empezaban a perder la fe en sus compañeros y en su oficio. No les quedaba ni la vanidad. Maltratados por sus presidentes, desde Florentino Pérez a Ramón Calderón, que los habían acusado públicamente de maleducados, unas veces fueron utilizados con fines políticos. Otras, castigados por Capello, súbitamente recrecido en su papel de policía moral.

En plena decadencia anímica del grupo, Capello decía que el toque-toque había muerto. Todavía esperaba sacar algo bueno de Emerson, su brazo derecho en el campo. Hoy, el técnico sabe que se ha quedado solo. Los futbolistas en quienes puso sus esperanzas no le devolvieron el apoyo. Si el fútbol es un permanente juego de apuestas, Capello perdió la suya en Múnich. Al dejar a Guti en el banquillo y elegir a Emerson descubrió que había fracasado. Por un lado, el plan se le deshizo con un gol de Makaay a los 10 segundos. Por otro, comprobó que el vestuario ya no toleraría sus tratos de favor hacia Emerson, considerado como un traidor por no jugar en el Bernabéu. Esto le hizo recolocar a Guti. Y trasladar el poder a los jugadores. Ayer, Cicinho se incorporó al entrenamiento con el equipo por primera vez después de sufrir una rotura de los ligamentos cruzados en la rodilla derecha. Además, las pruebas médicas confirmaron que Gago tiene una contusión en el peroné derecho.

Guti presiona a Oleguer en el Barça-Madrid del sábado.
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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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