La UE presiona a las empresas del consorcio Galileo para evitar más retrasos
El 'síndrome Airbus' se repite en el desarrollo del sistema europeo de navegación por satélite
Galileo, el sistema de navegación por satélite con el que Europa quiere competir frente al GPS americano y uno de los mayores retos de la política tecnológica europea, está encallado. Las ocho empresas del consorcio que deberá explotar el sistema, entre las cuales figuran las españolas AENA e Hispasat, no acaban de ponerse de acuerdo sobre el reparto de tareas y responsabilidades, ni tampoco sobre su estructura organizativa, aunque se espera que en breve designen un consejero delegado único. Bruselas y la presidencia alemana de la UE están presionando a las empresas para evitar que las batallas y equilibrios internos impliquen nuevos retrasos de Galileo, en una especie de contagio de lo ocurrido en Airbus.
"Los conflictos nacionales son veneno para Airbus", ha confesado reiteradamente el presidente del fabricante europeo de aviones Airbus, Louis Gallois, en alusión a la preeminencia de los intereses de los distintos países que participan en el consorcio EADS sobre lo que pueda convenir al proyecto europeo común. Pues bien, el comisario europeo de Transportes, Jacques Barrot, teme que el síndrome Airbus se traslade a Galileo.
"Barrot se refiere a Airbus como una metáfora", explica su portavoz, Michele Cercone. "No hay que pensar en los intereses particulares, sino en un funcionamiento con el método comunitario, no intergubernamental. Nos preocupa el retraso con el que van las cosas. Queremos saber a qué se debe", añade.
Las empresas, que en diciembre de 2005 se fusionaron en un único consorcio para explotar el sistema europeo de navegación por satélite, admiten que hay "nervios" y "presiones", según fuentes empresariales. Las compañías -EADS, TeleOp, Hispasat, Thales, AENA, Alcatel-Lucent, Finmeccanica e Inmarsat- también admiten que "lógicamente, acaban representando a distintos países y cada uno juega a defender sus intereses".
Sin embargo, las compañías piden comprensión y subrayan la "complejidad mayúscula" de alcanzar un acuerdo que se lleva negociando desde hace más de un año. Eso cuando el proyecto europeo lleva ya tres años de retraso y no podrá comercializar sus primeros servicios hasta 2011, entre temores de que esa fecha pueda demorarse hasta 2014. La asociación alemana de telecomunicaciones y tecnología Bitkom ha alertado de que los intereses nacionales podrían aplazar de nuevo el arranque del proyecto.
"El contrato es muy complejo", corroboran fuentes de la Administración española en Bruselas. "Si a raíz de un fallo en el futuro sistema Galileo se cae un avión sobre un pueblo, ¿quién va a ser responsable? ¿Cómo se asumen y reparten los riesgos por reclamaciones de responsabilidades? ¿Sólo corresponderá a las empresas?", reflexionan.
El proyecto Galileo es un partenariado privado y público, y funcionará bajo un modelo de concesión durante 20 años, cuando el marco presupuestario con el que opera la UE, y que se negocia periódicamente, no dura más de siete. Ése es otro elemento de complejidad para Galileo. El grueso de la financiación (la inversión prevista ronda los 3.600 millones de euros) será público. Las ocho empresas pondrán en torno a 450 millones, que distribuyen a partes iguales, del 12,5%. Aunque esa inversión tampoco está cerrada.
Así las cosas, el Gobierno alemán, que este semestre lleva las riendas de la presidencia de la UE, ha redoblado la presión. El ministro federal de Transportes, Wolf-gang Tiefensee, llamó a Berlín el pasado 23 de febrero a los primeros espadas de las ocho compañías. "Pidió propuestas concretas y espera cerrar un pacto en junio", dice un asistente a la reunión. El propio Tiefensee -que llevará el retraso de Galileo, junto con Barrot, al próximo Consejo de Ministros de Transportes de la UE de los días 22 y 23 de marzo- ha dicho que "el fracaso" en imponer una organización de gestión única "perjudica seriamente la implementa-ción de Galileo".
Las empresas aseguran que la consultora a la que han encargado buscar a un consejero delegado de perfil técnico ya ha preseleccionado a un candidato, aunque la creación de la acordada compañía única Galileo Operation Company (GOC) aún no se ha resuelto. Todo ese barullo está al margen de la sede desde la que se gestionará Galileo, a la que optan 11 ciudades, entre las cuales figura Barcelona. Su elección también ha sido aplazada por las diferencias entre los Gobiernos de la UE.
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