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Reportaje:Motociclismo | Gran Premio de Qatar

El campeón arranca a lo grande

Jorge Lorenzo se apunta la primera victoria de la temporada tras dominar la carrera de 250cc de cabo a rabo

Oriol Puigdemont

Tras los ensayos de pretemporada, en los que no arrolló tanto como cabía esperar, Jorge Lorenzo escampó ayer cualquier nubarrón de dudas acerca de su estado de forma, su capacidad para sobrellevar la presión, y su motivación para revalidar el título mundial de 250cc. En una soberbia declaración de intenciones, el piloto español, de 19 años, demostró ser capaz de hacer bailar divinamente a su moto en cualquier ambiente que se le presente en carrera. Su máquina, la mejor que Aprilia le ha podido ofrecer a su primera espada, respondió a la perfección. Él, también.

La victoria que sumó ayer el piloto español supone la número 13 de su carrera profesional y la tercera que consigue en el circuito qatarí de Losail, un trazado sobre el que, según dejan patente los números que ha firmado, se desenvuelve de perlas. Lo demostró a lo largo de las jornadas de ensayo previas, lo confirmó el sábado al adjudicarse la pole y lo ratificó ayer al imponerse en una carrera que dominó desde que se puso al mando, poco después de que el semáforo se apagara, y hasta que el comisario de pista ondeó en sus narices la bandera a cuadros.

Cada vez son menos los aspectos que debe pulir el corredor mallorquín. Uno de ellos es la arrancada en el momento de la salida. En ese terreno, sí quedó patente ayer que Lorenzo debe seguir prosperando. Salió mal, por más que lo hiciera sin tráfico delante, pero, tras culebrear por entre las motos de sus rivales, sólo precisó de la mitad del trazado para que su Aprilia número 1, asomara por delante de las demás. Desde ese momento, el rey Lorenzo, como poco después se rebautizaría él mismo, ya no dio opción a nadie. Ni a Héctor Barberá, su ex compañero de equipo y que ahora se ha convertido en su más fiel archienemigo, ni al alocado Alex De Angelis, ni tampoco a Thomas Luthi, ex campeón del mundo de 125cc.

La decepción mayúscula la protagonizó Andrea Dovizioso -vigente subcampeón-, subido a una Honda que manifiestamente no estaba a la altura de la moto de su rival. Ni a la altura de las Aprilia, ni a la de un piloto como el italiano, frío, calculador, fino en la trazada y capaz de sacar el máximo provecho en un panorama bien poco halagüeño. Pues visto lo ocurrido ayer en Losail, Dovi sigue en las mismas: pelea como un jabato cuando llega a los virajes y los demás le arrancan los adhesivos cuando le adelantan en las rectas. Cruzó la meta quinto, a casi 13 segundos del ganador y, como no podía ser de otra manera, la suya fue la primera clasificada de la marca del ala dorada de entre una marea de Aprilias. A Lorenzo, con quien combatió por el cetro hasta la última carrera, en Valencia, ni lo olió. Porque su moto no corre tanto como la del español, que circula como un disparo, y porque el mallorquín completó una de sus actuaciones más excepcionales desde que caracolea por el Mundial.

Aguardó unas vueltas (nueve) a que el gallinero que alborotaba tras él se serenara. Cuando ocurrió, atizó el golpe de autoridad y, como quien no quiere la cosa, imprimió un ritmo tres décimas de segundo más rápido que el de sus perseguidores. No precisó Lorenzo entrar en el cuerpo a cuerpo, porque transitó en solitario desde que quiso. Los metros de asfalto detrás de su espalda fueron aumentando en relación con sus oponentes hasta conseguir una ventaja de casi tres segundos a falta de cinco giros. En ese momento cambió el chip, bajó un punto su endemoniado ritmo, y pasó a administrar la renta a su favor hasta completar la última vuelta. A su espalda entró De Angelis, que superó a Barberá (vuelta 14), pero no pudo dar caza a Giorgio quien, tras la magistral clase que impartió ayer, asume el liderato de la forma que se supone debe hacerlo el vigente campeón del mundo. A lo grande.

Espectacular Faubel

Pero no fue la de Lorenzo la única exhibición española en el desierto de Qatar. Porque en la carrera de 125cc se vivió un momento mágico. Héctor Faubel, el valenciano que salía en cabeza, logró desde el inicio ir descolgando a sus rivales. A todos excepto a uno: Gabor Talcmasi. Aguantó el húngaro el ritmo de Faubel y a falta de seis vueltas le echó el guante. Se llegó así al momento decisivo, con Talcmasi en cabeza y Faubel a su espalda. Y fue en la recta de meta, en el instante final, al límite, cuando Faubel adelantó a su rival y se hizo con un triunfo de lujo.

Jorge Lorenzo celebra su victoria nada más terminar la carrera.
Jorge Lorenzo celebra su victoria nada más terminar la carrera.ASSOCIATED PRESS

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